El 5 de marzo de 1953 murió Iósif Stalin

Nació el 18 de diciembre de 1878 en la ciudad de Gori, Georgia; en el seno de una familia muy pobre y sometida al régimen de los zares.

Quedó huérfano a muy temprana edad y estudió en un seminario eclesiástico, donde fue expulsado en 1899 por sus ideas revolucionarias.

Al poco tiempo, se unió a la lucha clandestina de los socialistas contra el zarismo sumándose a la facción bolchevique que encabezaba Vladímir Lenin.

Stalin fue un activo militante hasta el triunfo de la Revolución de octubre de 1917 que terminó con el régimen zarista y sentó las bases de la República Socialista. 

Su lealtad incondicional a Lenin le permitió ascender en la burocracia del Partido Comunista hasta llegar a ser Secretario General en 1922.

A partir de ese momento, inició una intensa disputa con León Trotsky por la sucesión del líder comunista que se encontraba con problemas de salud y moriría apenas dos años después.

Ambos tenían estrategias políticas distintas: mientras que Trotsky impulsaba la revolución permanente a escala mundial, Stalin creía en la construcción del socialismo en  un solo país.

Lenin tenía preferencia por Trotsky por considerar a su contrincante demasiado cruel. Sin embargo, Stalin maniobró aprovechando su control sobre el aparato del Partido y consiguió alianzas clave hasta terminar imponiéndose.

Una vez apartado su principal rival, el líder comunista se deshizo tanto del ala izquierda  como derecha del partido ejecutando a sus principales referentes.

De esta forma, instauró una sangrienta dictadura personalista tomando las ideas políticas de quienes habían sido sus rivales.

Stalin gobernó la Unión Soviética desde los años treinta hasta su muerte, implantando un régimen totalitario que terminó convirtiéndola en una gran potencia mundial.

Impuso un Estado policial y represor dispuesto a eliminar a todo aquel que cuestionara sus actos o ideas, iniciando sucesivas purgas de disidentes. 

En el órden económico, el líder comunista inició una colectivización forzosa de la agricultura y sometió todo el sistema productivo a la estricta disciplina de una planificación central obligatoria. 

Con incalculables pérdidas humanas, Stalin consiguió un crecimiento inédito mediante la implementación de planes quinquenales basados en la industrialización acelerada y el desarrollo energético.

En contraste, la población fue sometida a durísimas condiciones de trabajo y a la falta absoluta de libertades individuales.

A este precio Stalin consiguió convertir a la Unión Soviética en una gran potencia, capaz de ganar la Segunda Guerra Mundial y de compartir la hegemonía con los Estados Unidos en el orden bipolar posterior.

Estableció un cordón de países con regímenes satélites y fomentó la extensión del comunismo a países en los que existieran movimientos revolucionarios autóctonos como Grecia, Turquía, China, Corea y Cuba.

Sólo su muerte puso fin al régimen totalitario. 

Su sucesor, Nikita Jruschov reveló la verdad sobre los crímenes de Stalin al dar a conocer un informe secreto en el congreso del PC de 1956, publicado unos meses después en Estados Unidos.

Jruschov denunció las desviaciones ideológicas y los crímenes del periodo anterior, dando inicio al proceso de desestalinización del Estado.

El 5 de marzo de 1953 murió a los 74 años el dictador soviético Iósif Stalin.

La historia también es noticia. Radio Perfil.

Guion de Javier Pasaragua y locución de Pita Fortín