El 1 de julio de 1916 entró en vigor la “Ley seca” en Estados Unidos
Le legislación prohibió la producción y distribución de bebidas alcohólicas. Líderes religiosos de iglesias protestantes iniciaron cruzadas contra el abuso del alcohol, encarnado, según ellos, en los inmigrantes.
Desde la fundación del país del norte existieron importantes grupos de presión a favor de la moderación en todos los ámbitos de la vida. Durante el siglo XIX, líderes religiosos de iglesias protestantes iniciaron cruzadas contra el abuso del alcohol, encarnado, según ellos, en los inmigrantes llegados a partir de 1850.
A esta corriente conservadora pronto se le unieron intelectuales progresistas y liberales, así como también de izquierda, que condenaban el consumo de alcohol como elemento provocador de atraso y pobreza entre los obreros.
En este contexto, se conoció la noticia de que un inmigrante italiano de Chicago llegó un día a su casa borracho y violó a su esposa embarazada. El niño nació con malformaciones como consecuencia de las complicaciones durante el parto, pero la opinión pública y la prensa sensacionalista lo atribuyeron al consumo de alcohol. El niño, abandonado por sus padres, fue llevado a un centro para huérfanos, se convirtió en un símbolo del daño que estaba provocando el alcohol a la sociedad americana.
En 1917, el Congreso norteamericano prohibió la venta, importación, exportación, fabricación y el transporte de bebidas alcohólicas en todo el territorio de Estados Unidos. El impulsor de la norma, el senador Andrew Volstead auguró que, a partir de ese momento, las cárceles quedarían vacías, los hombres volverían a caminar erguidos y las mujeres sonreirían. Sin embargo, las consecuencias de la Ley Seca resultaron catastróficas; la criminalidad creció como nunca, la delincuencia callejera se transformó en crimen organizado y la corrupción política y policial alcanzó su techo histórico.
El consumo de alcohol siguió en los mismos niveles pero había: 30 mil muertes por ingerir alcohol y cien mil lesiones como ceguera o parálisis a causa de la mala calidad de los licores ilegales. Lucky Luciano y Al Capone, y otros mafiosos parecían ser los únicos beneficiados por la prohibición.
Finalmente en el ´33, Franklin Roosevelt firmó el Acta que legalizó la venta de cerveza y la comercialización de vino.
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Guión de Javier Pasaragua y locución de Pita Fortín.
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Páginas Marcadas: Abelardo Castillo y Alejandra Kamiya