Israel ataca instalaciones de Hamás en Gaza. (Archivo )

Política
18 de May 13:04

Tomás Abraham: “Netanyahu necesita el odio para gobernar”

Acaba de publicar un nuevo libro, mezcla de historia familiar y genocidio nazi en Rumania. Pero la actualidad siempre viene al caso.

Tomás Abraham acaba de darse el gusto de publicar el segundo de los libros que escribió aprovechando la pandemia. Miren si será pesado este coronavirus, que casi el 10% de la obra escrita de este filósofo argentino se hizo esquivándolo. Digo filósofo argentino, sin mentir para nada, pero debería decir judeo-rumano, porque ese es el origen familiar que trata de entender Abraham en este libro que se llama “La matanza negada | Autobiografía de mis padres”, que es un testimonio sobre el genocidio de 350.000 judíos en la Rumania copada por los nazis, pero a la vez se trata de una introspección padre-madre-hijo y al mismo tiempo es una reflexión crítica sobre clásicos humanos tan indelebles como el odio, el autoritarismo, la negación, el prejuicio y la justificación intelectual la barbaridad más atroz. Digámoslo así: Abraham no es un autor de géneros precisos. Ni falta que le hace, porque su especialidad es el inconformismo. Su zona de confort es sentirse incómodo. Le gusta decirlo así: “Pónganme un obstáculo que lo tengo que saltar”. El fin de un libro, que para Tomás implica la aventura de entender, implica necesariamente ir en busca de un nuevo desafío. O sentarse a morir.

En “La matanza negada | Autobiografía de mis padres”, la historia de todos y la suya propia son apenas excusas para volver a pararnos frente a la tragedia y a los vericuetos a veces insondables de cómo hasta el régimen más brutal necesita de un pensamiento, un arte y una cultura que lo establezcan en las mentes y las pasiones. De ese arcón, Tomás Abraham saca a dos pensadores rumanos que le dieron sustento al nazismo, Emil Cioran y Mircea Eliade, a quienes define como “nazis de izquierda”, un oxímoron con que pretende explicar hasta qué punto el mal en su estado más crudo puede adoptar formas políticamente correctas para expresarse y perpetuarse.

Hablamos del libro con Tomás y –autoritarismo va, odio viene- no podía dejar de cruzarse la actualidad, que vuelve a tener uno de sus escenarios más álgidos en Medio Oriente. El que está por hablar es un judío. Y lo remarco porque viene al caso y porque ciertas posiciones críticas sobre la política israelí suelen ser descalificadas de “antisemitas”.

Dice Abraham:   

 “La de (Benjamin) Netanyahu es una política que crea administrativamente el odio, porque él lo necesita para gobernar. Hace dos años que está dando vueltas y no puede lograr coaliciones para gobernar, pero como la oposición tampoco puede, él sigue en el gobierno. Y esta especie de guerra interna, de sucesos de guerra civil al interior de Israel, y de los misiles que van y vienen con Hamás le convienen a Netanyahu”.

Le digo que lo pueden acusar de ser, mínimamente, un “judío raro”. A vuelo de pájaro, esa definición de Netanyahu podría ser suscripta por los 140 intelectuales y artistas filo-kirchneristas que firmaron ayer una condena a Israel por los bombardeos en Gaza, y entre quienes se contaron Horacio Verbitsky, el “Indio” Solari y Mempo Giardinelli.

Tomás me para en seco: 

“Mi modelo es (Daniel) Barenboim, entre tantos otros, en Israel está muy expresado ese modelo de amplitud y diálogo en la gente común. Estos que firmaron son ignorantes, viven la ignorancia como pasión, no entienden absolutamente nada y no me voy a romperme la lengua tratando de explicarles…”.

Pero tomaron partido… -interrumpo. 

“Y claro que toman partido. Toman partido por Hamás, victimizan a un solo lado. No quieren entender y nunca van a entender”.

Está hablando de una grieta. De un acuerdo macabro para imponer el desacuerdo más cruel, que es la guerra. Un baile de fanatismos que se baila de a dos y se cristaliza en visiones del mundo presuntamente opuestas. Dice Abraham: 

“El fenómeno de masas, en sí y por sí, crea una nueva identidad. Si vos sacás a un individuo barrabrava, como para mencionar a alguien, y lo ponés en otro lugar ya no es el mismo que era en la muchedumbre. Nosotros mismos, cuando estamos rodeados en algún lugar adhiriendo a algo, tenemos una expresión y sentimos una energía que no tenemos cuando estamos solos”.

En fin, con odios, prejuicios, miedos y conveniencias se escribe la historia.