Se afianza el pesimismo y la mayoría siente que esto va para largo
Los resultados del nuevo trabajo del Observatorio de Psicología Social de la UBA reflejan las sensaciones personales ante la pandemia. El 11 de octubre vamos a estar a punto de cumplir 200 días.
El 11 de octubre, cuando termine la fase actual de medidas para afrontar la pandemia, vamos a estar a punto de cumplir 200 días desde el inicio de este estado de excepción, que de tan largo ya no parece excepcional.
Un nuevo trabajo del Observatorio de Psicología Social de la UBA, que viene midiendo desde el vamos las autopercepciones de la población en los efectos de esta situación sobre su salud mental, indica que la amplia mayoría considera que esto todavía va para largo.
En comparación con las encuestas más difundidas en estos tiempos, las del Observatorio de la Psicología Social se distinguen porque hasta hasta triplican a las demás en la cantidad de personas consultadas. Esta versión fue realizada en un universo de 3.664 casos.
Mientras las cifras de contagios y fallecimientos se mantienen altas en el AMBA y se extienden hacia las zonas más pobladas del interior del país, casi nadie cree que tengamos por delante menos de 4 ó 5 meses más de restricciones de circulación, controles e idas y vueltas, mientras el 63% considera que se debe esperar más, entre 6 meses y un año, o directamente hacernos a la idea de que esto va a seguir así durante todo el 2021.
Los resultados de este trabajo reflejan las sensaciones personales ante esta perspectiva y fueron comparados con los obtenidos al cumplirse los primeros 100 días de la cuarentena. Cuando en aquel momento se preguntaba “cuál es la palabra que mejor define su situación”, la respuesta más repetida era “incertidumbre”. Hoy, con casi el doble de experiencia acumulada, la incertidumbre cedió espacio ante el “hartazgo”, el “cansancio” y la “angustia”, lo cual “señala el agotamiento emocional-cognitivo que hoy define el estado de ánimo de una gran proporción de ciudadanos”, ensayan los autores, mientras también avanzan emociones negativas con significados más severos, como “depresión” y “desesperación”.
Si se pide que se exprese alguna palabra positiva que pueda reflejar al menos algún aspecto de las vivencias de estos meses, la respuesta más reiterada es “nada/ninguna” y recién entonces aparecen “unión”, “paciencia”, “valores”, “familia” y “solidaridad”, que refieren a una relación, digamos, apachuchada con el entorno. Asimismo, aparecen palabras como “aprendizaje”, “autoconocimiento” o “introspección”, asociadas a una actitud de búsqueda interior, de conexión con uno mismo, que seguramente ha promovido y catalizado el prolongado confinamiento que nos toca vivir.
Las autoridades deberían tomar con sumo cuidado y extrema entereza los datos del pesimismo social reinante y en ascenso. Porque, en una situación pandémica donde pesan tanto las conductas y las responsabilidades individuales, tratar de agradar al votante generando un optimismo vacío con falsas expectativas, negacionismos de moda u otros espejitos de colores sería, más que un remedio, un tiro de gracia muy enfermo.
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