Naím: "Argentina es campeón mundial en la necrofilia política"
Jorge Fontevecchia entrevista al intelectual venezolano Moisés Naím.
— ¿Qué hizo mal el equivalente al establishment venezolano para que pudiese prosperar el chavismo y luego el madurismo?
—La complacencia tiene que formar parte de la conversación cuando uno habla de qué pasó en Venezuela. Pero también se trataba de un fenómeno nuevo, del que no había precedentes. Hubo formas en el chavismo, el militarismo, que poco a poco fueron incrustándose. Son formas nuevas de intervenir, muy furtivas. Hugo Chávez fue un charlatán encantador de serpientes que hizo que le dieran dos cheques en blanco; el cheque de la popularidad y del apoyo irrestricto, y del mercado internacional de petróleo le llegó un cheque financiero en blanco. Entonces estaba el país enfrentado a un líder que tenía un gran carisma, una gran conexión con el pueblo, con todo el dinero del mundo que podía gastar sin restricciones, sin rendir cuentas, sin regulación de ningún tipo. Y lo hizo: lo gastó eficazmente para sus intereses, pero dejó a Venezuela en la senda que nos lleva a la tragedia mundial que es mi país hoy en día.
—En 1993, escribió “Paper Tigers and Minotaurs”, en el que explicó su visión. Pasaron casi tres décadas de aquello, ¿Cambió algo hasta llegar a Maduro?
—Ese libro era casi una autopsia del gobierno de Carlos Andrés Pérez. Hubo un golpe de Estado para intentar derrocarlo y luego un golpe civil que lo sacó del poder. Pérez anticipó que esto podía ocurrir y las consecuencias y secuelas que sobrevendrían. El título, Minotauros y tigres de papel, tiene que ver con el hecho de que, cuando se está en el gobierno intentando hacer reformas estructurales muy profundas que cambian creencias importantes e hilos de vida en la sociedad, aparecen todo tipo de resistencias y rechazos. Los tigres de papel resultaron ser las fuerzas sindicales, las del sector privado, la sociedad civil. Y los minotauros, a los que nadie en el gobierno les prestaba atención, eran los militares. Gente de derecha, de izquierda, los políticos, los intelectuales, los periodistas, los empresarios, todos suponían que en Venezuela los militares estaban en las guarniciones y que no eran actores políticos, porque Venezuela ya había tenido una experiencia con regímenes militares y tenía una democracia arraigada, una de las más largas de América Latina. Hubo un enorme descuido en no entender que había una facción. Hugo Chávez era uno de los líderes y estaba organizándose y trabajando para derrocar a un gobierno democráticamente electo. Fue un gran error no ver eso, no entender que los minotauros escondidos eran los militares.
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