Goma de borrar "Dos banderas". (CEDOC)

Política
19 de October 13:25

Banderazos y Peronazos difuminan la realidad, pero no la pueden borrar

Desde ambos lados y al interior de ambas coaliciones, el gran tema de la agenda son sus intereses electoralistas y la vida real se va viendo menos representada.

¡Listo, empataron! Con “banderazo” y “peronazo”, la oposición y el oficialismo definieron que tienen calle los dos y dejaron una sensación de paridad en la discordia que, en el fondo, sólo les sirve a sus respectivas dirigencias para remarcar la línea de largada con destino a las elecciones del año que viene.

La idea tan arraigada del "ellos o nosotros" en cuanto dos dispositivos de poder enfrentados resultó nefasta, por lo menos a la luz de los resultados. Pero hay otro “ellos o nosotros” que debería desterrarse o soldarse o ponerle curitas o algo, porque la brecha entre “ellos”, los dirigentes, y “nosotros”, los comunes, tampoco sirvió para nada. El “que se vayan todos” complica más de lo que arregla. Pero “ellos”, los dirigentes, parecen empecinados en que así sea. Desde ambos lados y al interior de ambas coaliciones, el gran tema de la agenda que cada día están pasando a ser ellos mismos y sus intereses electoralistas y, así, la vida real se va viendo menos representada.

Es falso que, en la calle, hoy -remarco el “hoy”- se estén definiendo básicamente los polos opuestos de una confrontación histórica. En la calle, lo que hoy -vuelvo a remarcar “hoy”- se está reacomodando es el quién es quien al interior de cada bando, es decir, quién la tiene más larga dentro del Frente de Todos por un lado y de Juntos por el Cambio, por el otro, que de ese modo se consolidan como fines en sí mismos que parten a la sociedad y la sociedad lo acepta porque supone que no le queda otra que partirse y por eso auto-justifica su resignación generalizada odiando más de lo que ama y sin una sola idea que genere la más mínima ilusión de futuro.

La agenda social de la calle política, según lo expresado por personas comunes en los “banderazos” pero también en el “peronazo” del sábado 17, es dispersa, superficial e ingenua. Da ternura el desamparo de quienes salen a aparentar que son los más convencidos. Y también da impotencia. Son minorías que, si tan confundidas están haciendo que la tienen tan clara, imaginemos cómo estarán los millones y millones que directamente sobreviven sin mirar siquiera el trailer de otra película partidaria.

Los extremos, siempre obsesionados en su carencia paranoica de autoestima, necesitan afirmar a los propios todo el tiempo para ser. Necesitan combates cotidianos. Permanentes. Mostrarse distintos todo el tiempo. El macrismo y el kirchnerismo puros y duros son como esos metrosexuales que se pasan la vida mirándose al espejo. Parecen lindos. O nabos, de tanto entretenerse en esta nada. El asunto es que estamos tan mal y sin salidas a la vista, que esos extremos volvieron a ganarle terreno a la ola moderada, reflexiva y plural que parecía venir, despegándonos tanto de ese estatismo vetusto por lo fascistoide o comunistoide, cuanto de aquel libre-mercadismo falso y por eso mismo suicida (o directamente idiota).

Estamos en medio de una crisis monumental. Ya perdimos de vista cómo fue que empezó y no hay luz al final del túnel, por lo cual otra vez entramos al berenjenal de lo inédito. Y de lo insólito. No pareciera ser tiempo de falsas peleas infantiles para elegir a los empujones quién es el patrón de la vereda. Hoy -vuelvo a insistir: “hoy”-, electoralismo es pornografía.

Después les cuento el dólar, que desconozco cómo va a cerrar, pero no hace falta que termine este lunes 19 de octubre para confirmar otra cifra electrizante: hoy es el día del millón de contagiados en la Argentina. No sabemos qué abrir ni qué cerrar ni cómo hacerlo, pero hacia allá vamos, con el virus desparramándose por todo el territorio y observando Europa de reojo, sin querer mirarla. Pero veamos:

Marzo, abril y mayo de este 2020 en Europa fueron anticipatorios de lo que iba a pasar en agosto, septiembre y octubre por acá. De tal modo que este rebrote europeo que recién empieza y sería previsible que se extienda a noviembre y diciembre, sería anticipatorio de nuestro marzo, abril y mayo de 2021, si es que para entonces, claro, aún no apareció la vacuna salvadora. Va a ser el arranque pleno de un año electoral que, si hoy vale decir cualquier verdura para ensuciar al otro y ponernos los pelos de punta, imaginemos dentro de 6 meses...

¿Alguien está hablando de esto? No. Estamos con demasiados agobios acumulados y, por eso mismo, en plena desesperación por la apertura de actividades. Y “ellos”, los dirigentes, se acomodan al qué dirán con una demagogia más peligrosa que nunca, porque hablar de eso es “piantavotos”.

Ahora bien: si conversar las cosas verdaderamente serias es “piantavotos” porque no nos gustan o no tenemos ganas, ¿para qué sirve una campaña electoral? ¿¡Para no hablar en serio!?

Hacer centro en agradar para llevarnos a las urnas posterga para dentro de 12 meses que se concentren todas las energías en cosas que son para ya. Para ahora mismo. Me pregunto si estaremos, como país, en condiciones de afrontar semejante gasto público y tamaña tensión social sólo para reubicar políticos en puestos de trabajo desde los cuales no nos van a hablar de lo importante… A mí me suena más a apagar el incendio con kerosén cantando La Marcha Neronista.