Alerta naranja K: temen que Alberto Fernández le meta el perro a Cristina
Un “traidor arrepentido”. Un “verdadero truhán”. La bendición de los caciques. Y el “post kirchnerismo de buenos modales”.
Los tiempos preelectorales tienen sus zonas imprevisibles. Martín Lousteau, por ejemplo, está siendo defenestrado por el macrismo debido a que, de algún modo, elogió a Mauricio Macri señalando que “vale por su legado”. Es decir, que habría un “Legado Macri” y, según Lousteau, tendría que ver con que Mauricio “ayudó a consolidar un nuevo bi-coalicionismo en la Argentina”, que vendría a ser la versión post-post moderna del viejo y fracasado bipartidismo, con los peronistas y los radicales fracturados en varios pedazos que van y vienen.
El lapidario elogio de Lousteau a Macri también incluiría, por omisión, una valoración positiva de Cristina: tal vez nadie como la actual vice haya hecho tanto para que Macri pase a ser la cabeza del otro lado de la raya. Fue un milagro de Santa Cristina que el hijo de Don Franco compitiera por un lugar en el Olimpo de los estadistas, ¿no? Añadamos que el marido de la blonda Carla Peterson, que ahora busca su propio lugar bajo el sol, se hizo de abajo siendo útil a los dos expresidentes en sus respectivas etapas de auge.
Es que este esquema de dos coaliciones en disputa depende, por un lado, de los vaivenes de estas figuritas repetidas y, por el otro, de una especie de estado de ebullición permanente que al mismo tiempo lo exhiba como un sistema dinámico y con capacidad de renovarse.
Hoy, el hervor está sucediendo más en cada lado que en el todo. El citado Lousteau, Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal, Diego Santilli, Gerardo Morales y hasta Jorge Macri, entre muchos otros, configuran el ala opositora que pretende cantarle las hurras al papá de Antonia y jubilarlo lo más dignamente posible.
Alberto Fernández y Sergio Massa les son hoy tan funcionales como CFK le fue a Macri y viceversa. La gran diferencia es que, pandemia mediante, considera “serios”, “racionales” y “positivos” a esos rivales. Para que la conformación de ese supuesto “centro dialoguista” no funcione como un mutuo abrazo de osos que los termine ahogando, también encuentran sus espacios de pelea, que ocupan sin volverse locos.
El ultra kirchnerismo desconfía con furia del “estilo pacifista” de Alberto y ni hablar de los “deslizamientos transversales” de Massa, que habla con Larreta y Vidal casi más que nadie. Los K puros consideran un “traidor arrepentido” al Presidente lo ven “demasiado atento al apoyo de los gobernadores”. Le está “metiendo el perro”, dicen. Al tigrense, mientras tanto, lo consideran -por ahora- un “mal necesario”, un “verdadero truhán”. Y a los dos, directamente proporcionales a los macristas que ya no lo son tanto. “Están armando el post kirchnerismo con buenos modales hacia Cristina”, dicen por lo bajo.
Habrá que ver. La política muchas veces funciona más como un acontecimiento de la Física que del razonamiento. A Perón le gustaba decir que “los melones se acomodan en el viaje, aunque a veces se machucan”.
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