A Vladímir Putin haberle devuelto a los rusos el orgullo nacionalista, que quedó muy dañado tras el desmembramiento de la Unión Soviética, lo convirtió en el gran líder del gigante euroasiático.
Cuando el ex KGA se hizo con el control del país, sus compatriotas estaban atragantados entre un presente deprimente y un pasado, para ellos, glorioso. De súper potencia que le hablaba de igual a igual a su homóloga estadounidense Moscú pasó a ser la capital de un país achicado.
Teniendo en cuenta estos antecedentes y que Putin se encuentra en bajas con una oposición que da muestras de no temerle como antaño, no es descabellado pensar que el pulso que le está echando a Europa, tenga más que ver con recuperar su grandeza que la de su país.
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por Sergio Manaut
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