51 años de castidad
Una historia de amor sobre Alfonso II de Asturias, apodado "el casto".
La escritora y periodista española Marta Robles publicó en su libro, "Pasiones Carnales", las historias de amor de algunos de los reyes más importantes de la corona.
Uno en particular que menciona es a Alfonso II de Asturias, apodado "el casto".
Alfonso fue proclamado rey en el año 791, y sucedió a Bermudo Primero, apodado "el diácono".
Antes de llegar al trono, tuvo dos oficios: fue cocinero y monje. Y de esta última labor, le quedó una de las reglas monásticas visigodas máximas: "Los monjes y monjas deben vivir con tal castidad que conserven la buena fama no solo ante Dios, sino también ante los hombres y dejen a los sobrevivientes ejemplos de santidad".
Durante su reinado, logró vencer a los musulmanes en las batallas de Lutos, Narón y Anceo, y quedó en tablas en un enfrentamiento en el río Orón. De esta forma, afianzó su presencia en las regiones de Galicia, León y Castilla, y logró reorganizarlas políticamente. Incluso, llegó a conquistar y gobernar temporalmente la ciudad de Lisboa.
Entre los años 801 y 808, Alfonso fue obligado a retirarse al monasterio de Ablaña ante la presión de un grupo nobiliario, y tras la recuperación del trono, puso en marcha una importante labor de reorganización de sus dominios y se vinculó a la herencia visigoda para reforzar el poder real.
Ahora, ¿Alfonso tuvo esposa? En las crónicas y documentos contemporáneos a su reinado, no se menciona en ningún momento a una pareja.
De todas maneras, en el Chronicon Mundi de Lucas, obispo de Tuy, del siglo XIII, se nombra a una tal Bertinalda, hermana de Carlos, rey de los Franceses, a quien habría tomado como mujer.
Asimismo, el arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada, indicó, sin poner nombre, que Alfonso "aunque tenía esposa, se mantuvo siempre alejado de todo contacto con ella, gobernando el timón de su reino con castidad, austeridad, pureza y cariño, querido por Dios y por los hombres".
De todas maneras, la existencia de la tal Bertinalda continúa siendo un misterio.
En cualquier caso, Marta Robles nos dice que Alfonso, vaya uno a saber por qué razón, evitó tener contacto íntimo con todas las mujeres que se cruzaron por su camino por más de medio siglo en lo que fue uno de los reinados más extensos y fructíferos de la historia española.
Otra curiosidad es que muchos años después hubo otro Alfonso II, en este caso Alfonso II de Aragón, al que también apodaron "el casto". A diferencia de su predecesor, este monarca se casó, se entrenó y tuvo descendencia. Con lo cual, el no contacto con las mujeres fue, sin dudas, un rasgo más que distintivo y que no tuvo parangón en toda la historia de la corona.
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