Tal vez hoy como nunca antes podemos pensar que somos estúpidamente hijos del rigor, o unos cínicos incurables. Por ahí comenzamos a aprender, porque esto debe ser un gran aprendizaje. A nosotros nos llega la unidad nacional mezclada con la peste, casi como parte de ella. Damos por descontado que todo lo que pasaba antes del coronavirus, era una especie de pavada frente a la cual valía la pena pelearse para ganar la próxima elección.
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