Thursday 9 de May de 2024
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Pandemia, inseguridad y pobreza: del “discurso del miedo” al miedo, que no es sonso

POLITICA | Por Edi Zunino | 23 de July 12:51

El miedo es una reacción animal básica, perfectamente diseñada para la supervivencia. Pero eso que podríamos considerar puro instinto es, en realidad, el resultado de un complejo mecanismo eléctrico disparado por hormonas. Claro que no vamos a hablar acá del cortisol, la adrenalina ni la vasopresina. El tema es que, después de tantos cuestionamientos al “enamoramiento con la cuarentena” desde un supuestamente maquiavélico “discurso del miedo”, parece estar llegando la hora de que el miedo en serio, el que no es sonso, nos sirva para algo.

Las encuestas vienen señalando que el Top 3 de nuestros miedos es un subibaja triangular de miedo a enfermarnos, miedo a la inseguridad y miedo a ser más pobres. ¡Qué simples nos ha vuelve la pandemia! Ojalá que Salud, Dinero y Tranquilidad queden como desafíos prioritarios y permanentes cuando esto pase (porque va a pasar). Ahora es tiempo de asignarle al miedo el valor de una herramienta. 

La política, acaso por primera vez desde que tenemos memoria, para enfrentar al Covid-19 se autoasignó un valor científico y, de golpe, un montón de médicos se hicieron famosos desde la tele y las redes arriándonos hacia el aislamiento, el uso del barbijo y el lavado de manos, mientras, fuera de cámaras, les indicaban al Presidente de la Nación, a los gobernadores provinciales y a los intendentes municipales lo que debían hacer. Más que contra un virus, la pelea inicial era contra el tiempo: había que ganar tiempo para equipar y adiestrar al sistema sanitario y había que ganar tiempo para que el aburrimiento, la fatiga y el parate de la producción completaran la compleja y multifacética realidad de un país empobrecido, desalentado, sin rumbo y con una población terriblemente mal distribuida en materia, precisamente, de Salud, de Dinero y de Tranquilidad.

Hace unos días, la política decidió empezar a abrirse al todo del que debe ocuparse (porque para eso está la política), si bien el tiempo le alcanzó para hacerlo justo cuando viene lo peor y, quienes cuestionaban el “discurso del miedo” instalado por una espantosa “infectadura”, empezaron a cuestionar la oportunidad, el timing de quienes toman las decisiones.

Digámoslo de una vez: la prevención se basa en la administración del miedo para mutarlo en responsabilidad. El rojo del semáforo es “peligro”, lo mismo que la calavera en los venenos y el rayo en las cajas de electricidad. En salud, prevenir también implica relacionarse sensatamente con el miedo. Ingerís mucha grasa: infarto. Fumás: cáncer de pulmón. No te vacunás: enfermedades que hicieron estragos en la Historia. En el pico de los cuestionamientos, fue Pedro Cahn quien perdió la paciencia y, sí, metió miedo: “¿No les gusta la cuarentena? Bueno, vayan y prueben cómo les va con la terapia intensiva y el respirador”.

Hoy, la supuesta Fase 3 es, en la práctica, un adiós a la cuarentena. Y la apuesta es a la responsabilidad surgida del auto-miedo: se supone que cuantos más infectados y muertos contemos entre nuestras relaciones, iremos aplicando lo que nos repitieron como loros durante cuatro meses seguidos. Y, si no, a embromarse: todo de vuelta para atrás.

La política debe reencauzarse. Lo más probable es que nos haga mucha falta en el cortísimo plazo para ordenarnos: a 5.000 infectados y 100 muertos por día en el AMBA, las camas pueden llegar a ser un desesperante privilegio. Y no será contando las “borracheras” de Pato Bullrich, los “asesinatos” de CFK, la “boludez” de Kicillof o la “mafia” de Macri el modo más civilizado de afrontar el problema.

 

por Edi Zunino

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