Friday 26 de April de 2024
Perfil

Martín “Sarasa” Guzmán: por fin un ministro que dice la verdad

POLITICA | Por Edi Zunino | 23 de September 12:41

Si el contexto no fuese de pandemia, caída récord del Producto Bruto Interno y tensión política, sería para morirse de risa. “¡Qué plato!”, diría mi abuela, viendo al ministro Martín Guzmán, tan serio él en su physique du rol de galancete rebelde de Wall Street, llamando “sarasa” a su presentación en el Congreso Nacional sobre el Presupuesto 2021, sin darse cuenta de que tenía el micrófono activo. Un verdadero plato, claro que sí. Y el sketch podría completarse con el diputado opositor Luciano Laspina cambiándose de ropa sin percibir que lo registra el Zoom en la misma sesión y diciendo después: “Lo de Guzmán fue un lapsus”, es decir, una trampa del inconsciente que demostraría que el Presupuesto 2021 es un verso.

Poco serio todo, pero, a mi juicio, el que la chinga es Laspina. Lo de Guzmán no fue ningún lapsus, en todo caso habrá sido un elocuente acto de autosuficiencia, pero dijo lo que quería decir, aunque no ante quiénes pretendía decirlo. Más que un fallido, fue una especie de “efecto cámara oculta”, un gesto de absoluta transparencia, pero desaconsejable según el clásico mantantirulirulá de los impostados modales parlamentarios.

El gran problema de los ministros de Hacienda (y de los economistas en general) es lo que se espera de ellos. Es decir, que funcionen como pitonisos de lo que va a venir, que jueguen a que saben cómo pinta el futuro, porque la previsibilidad y la confianza son dos pilares fundamentales de una ciencia tan inexacta como la Economía. Se les pide “sarasa”, se les agradece la “sarasa” y algún día se contabilizará qué porción de su productividad y sus honorarios depende de la “sarasa”. 

A ver, que quede claro: para nada estoy desacreditando al ministro, ni a los economistas en general y ni siquiera a quienes los necesitan en el papel de gurúes y les pagan honorarios por eso. Convencer, calmar, abrirle una puertita a cierta normalidad es, en la inmediatez de la intención, pura “sarasa”. Claro que con eso solo no se hace un estadista. Ni siquiera pegando algún pronóstico.

El Presupuesto 2021 dice que, de acá a un año, el dólar no va a estar a más de $ 101, la inflación no va a haber llegado al 28% anual y el país va a estar creciendo un 5,5%. Ahora mismo, tenemos un blue a $ 150, aún en recesión la inflación de los últimos 12 meses ya pasó los 41 puntos y el PBI se cayó un 19,1%, un récord absoluto que supera la hecatombe de 2001/2002. Para que esos números se den, todo parecería indicar que hay que saber rezar. Con pompa del Siglo XIX, al Presupuesto se lo suele llamar “ley de leyes”. Para que no sea pura “saraza”, debería considerárselo apenas una intención de cómo se van a distribuir los gastos, rubro por rubro y región por región.

El futuro siempre es imprevisible y hoy lo es más: estamos todavía en medio de un cimbronazo planetario que, por puras cuestiones climáticas, está empezando a tener una segunda ola de brote en el Primer Mundo, donde nadie tiene demasiado derecho a espantarse demasiado por la caída del PBI argentino. En números fríos, sobre otras bases y con otros recursos, a Gran Bretaña le fue peor que a nosotros. Su economía cayó casi un punto y medio más.

Ayer hablaba con un empresario argentino radicado en Bélgica, que pese a ser capital parlamentaria de la Unión Europea fue golpeadísima por el coronavirus y la crisis. Este empresario es proveedor de los organizadores de las fiestas electrónicas más grandes del mundo, que se hacen en Bruselas. Según sus pronósticos, el negocio no va a poder compararse con lo que fue hasta 2026.

-¡A la pelota! -le dije-, son seis años…

Me contestó:

-Si es antes, mejor… ¡Festejamos! Acá el optimismo es laburar.

 

por Edi Zunino

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