Lo bueno de ser oposición es no ser oficialismo, es poder hablar de todo lo maravilloso que sucederá en el país cuando los opositores lleguen al gobierno. Es poder criticar, en lo malo, que son los oficialistas, sin consecuencia alguna.
Lo bueno de ser oficialista es no ser oposición, haber llegado al poder y hablar de todo lo malo de la oposición cuando era oficialismo. Lo malo de ser oposición es el despoder, lo malo de ser oficialismo es que en el futuro siempre los esperará el despoder.
Escuchá la columna completa de Gustavo González desde la redacción de Radio Perfil.
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