Friday 26 de April de 2024
Perfil

Fernández, Larreta, Kicillof | Psicótica vigencia de los Tres Chiflados

POLITICA | Por Edi Zunino | 19 de May 11:33

Si el último trabajo presentado por el Observatorio de Psicología Social Aplicada de la UBA no tuviera margen de error, podríamos afirmar que, de los casi 3 millones de argentinos que se contagiaron y lograron recuperarse del Covid-19, un millón está bajo alguna clase de tratamiento psicológico o psiquiátrico y otro millón y medio está pensando en hacerlo o al menos lo considera necesario.

Un año y medio de pandemia -con sus pérdidas, sus encierros, sus incertidumbres y sus miedos cotidianos- permiten ya ir sacando conclusiones bastante certeras sobre el durísimo impacto que tuvo también en materia de salud mental. Y es posible, incluso, hacer un recorte sobre aquellos que pasaron personalmente por la enfermedad.

El Observatorio de Psicología Social Aplicada de la UBA viene cumpliendo una importante tarea de seguimiento de nuestra sociedad como si fuera “el” paciente. Y, al cabo de este nuevo estudio, recomienda a las autoridades que dispongan de los mecanismos y programas necesarios para atender con urgencia las secuelas anímicas y mentales que deja el coronavirus, sobre todo en sus estados más severos.

Veamos las principales conclusiones de este nuevo trabajo:

• Las personas que han sido infectadas por Covid-19 y se perciben de sectores socioeconómicos bajos y con menor nivel educativo reportan mayores niveles de sintomatología ansiosa, depresiva y riesgo suicida.

• Las personas que han sido infectadas por Covid-19 y experimentaron los síntomas de fiebre alta, falta de aire y necesidad de asistencia respiratoria reportan mayores niveles de sintomatología ansiosa y depresiva.

• Las personas que han sido infectadas por Covid-19 y estuvieron internadas reportan mayores cambios negativos en su atención y su memoria.

Hay un enorme y llamativo contraste entre estos datos y el nivel de amontonamiento de personas que puede observarse todo el tiempo en cualquier nudo comercial del Área Metropolitana y los principales centros urbanos del país. Ese desapego masivo de la realidad es parte sustancial del problema. Y es directamente proporcional a la falta de controles para que se cumplan las restricciones impuestas desde arriba. Los gobernantes se muestran más activos en marcar las diferencias entre ellos que en aplicar lo que deciden cada uno por su lado.

En psicología, la diferencia entre neurosis y psicosis está marcada, para ser sintéticos, en el registro de la realidad o la invención de una realidad paralela. Es tan paranoico o hasta esquizoide vivir en base a peligros que no existen como negar que no estamos bajando de 20.000 contagios diarios, que ayer fueron 35.543 con más de 745 muertos, las camas UTI al borde y directamente arrasadas en Rosario, Santa Fe y Rafaela, lo que obligó a los santafesinos a retroceder a Fase 1 y, aún así, anoche había protestas contra el gobernador Omar Perotti, que hasta acá se había movido más parecido a Horacio Rodríguez Larreta que a Axel Kicillof, pese a ser peronista.

Si buena parte de la sociedad niega el problema y encima se enoja cuando se lo hacen ver y, por su lado, los políticos toman sus decisiones mirando más que nada las encuestas, la dirigencia deja de dirigir, se funde en la psicosis colectiva y toma decisiones apartadas de la realidad, hasta que las papas queman y todos entramos en histeria y pánico.

Sería interesante someter a nuestra dirigencia a estudios serios para ver cómo impactó en ellos todo este desastre. En su propia psiquis, digo. Al fin y al cabo, son seres humanos que ocupan lugares para nada envidiables por la tensión que implican, aún en el caso de quienes se preocupen más que nada por los malditos costos políticos que pueden hacer perder elecciones.

Por lo pronto, el presidente Alberto Fernández quiere reeditar esta semana la imagen de “triunvirato salvador” junto a Larreta y Kicillof para anunciar medidas restrictivas duras, después de haber jugado a los Tres Chiflados durante estos dos meses, con tirones de pelo, sopapos, zancadillas, piquetes de ojos y todo. Comete un error Fernández pretendiendo que el calvo del trío vaya con la cola entre las piernas, como si todo esto fuese nada más que una competencia para definir quién gana y quién pierde. Pretender que lo central es zamarrearse entre unos pocos cuando se trata de calmar y ordenar a millones es parte de esta realidad inexistente que sólo alimenta, día tras día, la chifladura nacional.

 

por Edi Zunino

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