Friday 26 de April de 2024
Perfil

¿En qué se parece Alberto Ángel Fernández a José Francisco de San Martín?

POLITICA | Por Edi Zunino | 26 de February 11:42

Es impresionante cómo les gusta a los dirigentes políticos meterse con la historia para colarse en ella y, de algún modo, igualarse a los próceres como si hubiera algún punto sustentable de comparación. Dos ejemplos extremos, de color: Carlos Menem hablaba con Facundo Quiroga, Cristina Kirchner se enamoró de Manuel Belgrano y hay más, pero, para no irnos por las ramas, digamos que se trata de un juego comunicacional que va muy en serio para tratar de ubicarse en un podio trascendente que les permita sacar la cabeza del barro cotidiano, aunque sea de vez en cuando.

Digamos que, cuando se escriba la historia del presente, las figuras que hoy calientan la pantalla política junto con nuestros bajos instintos ciudadanos van a estar ahí, del modo que sea, como están a montones aquellos que en su tiempo eran, lejos, más brutales que santos y republicanos de pico, aunque caudillistas de corazón.

Por eso llamó la atención un concepto lanzado por el Presidente, ayer, en Yapeyú:

“Cuando siento que los diarios, la televisión y las redes generan debates que por momentos nos obligan a desatender lo importante, pienso que aquellos enormes hombres de 1800 no tenían que enfrentar esa adversidad que es luchar contra la prédica malintencionada”. 

Es cierto: en el Siglo XIX no había tele ni radios ni redes, aunque sí había prensa escrita y bastante más agresiva y rústica y pendenciera que la de nuestros días. Pero, antes de meternos en eso, un detalle no menor del mensaje presidencial: es evidente que culpa al despliegue mediático que tuvo el llamado VacunaVip por obligarlo a “desatender lo importante”. Perdón, pero ¿hay algo más importante, en medio de una pandemia, que ser efectivos y transparentes en los métodos de vacunación? El escándalo va a pasar con eficiencia y con vacunas, no con palabras y mucho menos con lamentos sobre la mala leche derramada.

Volviendo a las manipulaciones históricas, es falso que en 1800 y pico no había prensa influyente, o sea, es falso que aquellos “enormes hombres” se la llevaban de arriba en la discusión pública de las cosas y también es falso que tener televisión e internet vuelve más duras las adversidades del presente de lo que eran entonces, cuando se vivía en guerra civil, había fusilamientos, exilios y demás. Convengamos que el Siglo XIX fue mucho más brutal que heroico, sin ningún lugar a dudas.

Y los medios de entonces, como no podía ser de otra manera, sintonizaban con sus circunstancias. Formaban parte de ellas. Eran básicamente partidistas, pero, aun así, tenían información. Ya que hablamos de San Martín, en enero de 1829, mientras estaba regresando al país, Don José se enteró por la prensa en Río de Janeiro que acababa de ser fusilado Manuel Dorrego. Llegó a Montevideo con la decisión tomada de cambiar los planes y no volver, para no convertirse en piedra de la discordia y tomar partido por alguno de los bandos. Rechazó la oferta de Juan Lavalle, que al igual que Dorrego había sido subordinado suyo, para asumir el mando de los ejércitos. Medios de tendencia unitaria como “El tiempo” y “El pampero” no tuvieron empacho en tratar a San Martín de especulador, cobarde y traidor. ¡A San Martín!

Ahí sigue estando el asunto. Hay dos Argentinas que se ufanan de serlo, en nombre de una unidad nacional que, en realidad, significaría más bien la demolición del adversario. San Martín pegó la vuelta hacia el autoexilio y adiós pampa mía para siempre. No sólo deploraba la división del país, sino, sobre todo, ser parte activa de la grieta que nos parió.

 

por Edi Zunino

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