Ayer, mientras los industriales más vinculados al mercado interno premiaban con un aplauso la abnegada moderación del ministro Martín Guzmán, los movimientos sociales más estrechamente ligados al Gobierno anunciaban su propio plan de control de precios en supermercados.
Las imágenes en el Museo del Bicentenario en sí mismas parecían de otro país, tan poco acostumbrados que venimos últimamente a los aplausos, sobre todo en materia económica. Pero el despliegue de 20.000 piqueteros del Movimiento Evita, Barrios de Pie y la Corriente Clasista y Combativa a las principales cadenas de súper, en nada se parece a los renovados mensajes de paz y amor que viene ordenando Alberto Fernández para recuperar cierta centralidad racional en el casi siempre desquiciado escenario político.
Precisamente, desde un análisis racional podía dárseles la derecha a los movimientos sociales, ya que su representatividad se asienta sobre todo en las barriadas populares donde más fuerte pega la inflación, antes que nada en el rubro tan sensible de los alimentos y bebidas. Sin embargo, tampoco debería perderse de vista que, en la actual gestión, esas mismas agrupaciones colocaron a sus principales líderes en cargos de cierta relevancia en todos los niveles.
Primera pregunta: ¿son delegados de sus agrupaciones en las estructuras de gobierno, donde entre otras cosas se deciden distintas clases de subsidios y ayudas sociales que, en gran medida, terminan siendo distribuidos por ellos mismos?
Si así de corporativa fuera la cosa, la eterna confusión entre lo partidario y lo institucional estaría funcionando a full y significaría inquietantes conflictos de intereses que ya nos aportaron sus anticipos de cómo pueden terminar con el Caso Milagro Sala, que parece de nunca acabar.
En lo personal, me pareció espectacular el proyecto cooperativista original de la Túpac Amaru en Jujuy. Lástima cómo acabó, producto de muchos odios, es verdad, pero sobre todo de la partidización, del personalismo y de la discrecionalidad en el uso de fondos públicos. Asimismo, ahora me resultan constructivos los aportes al diálogo de dirigentes político-sociales como el “Chino” Navarro y Daniel Menéndez, que además de conducir uno el Evita y el otro Barrios de Pie, son funcionarios en Jefatura de Gabinete y en Desarrollo Social de la Nación. Se los ve pensantes, amplios y hasta muy receptivos a las críticas y los llamados de atención sobre las arenas movedizas que transitan. Pero cuidado: ni siquiera la decencia personal garantiza que ser juez y parte no signifique un peligroso inconveniente.
Volvamos al punto. ¿Servirán 20.000 activistas en la calle para contener los precios? A partir de mañana, sábado 13, cuando empiece el plan anunciado, iremos viendo.
Última pregunta: ¿la movida terminará de convencer a los dueños extranjeros de supermercados de que llegó la hora de vender y volverse a casita? En el rubro de los retailers se está dando un proceso de “renacionalización”. Y re-nacionalizar es un verbo bastante conjugado en el dialecto kirchnerista. No sé… Digo…
por Edi Zunino
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