Saturday 11 de May de 2024
Perfil

Caso Juan Carlos I: “El último Borbón no se fue por Rey, se va por ladrón”

POLITICA | Por Edi Zunino | 04 de August 12:57

Cuando era un joven playboy en el exilio de la familia real completa, a Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias le decían “Juanito”, para abreviar, claro, pero también para otorgarle cierto halo de niño terrible.

Hoy, Juan Carlos I de España siente que la vida fue injusta con él y que los menores de 40 sólo lo van a recordar como asesino de elefantes, mujeriego imparable y rápido con el dinero ajeno.

La verdad es que, para ser justa con él y sobre todo con los españoles, la Historia debería inscribirlo como un monarca espurio, porque la corona debía habérsela calzado su padre, pero el generalísimo Francisco Franco, caudillo de España por la gracia de Dios, no lo quería nada al viejo Juan de Borbón y él, tan ambicioso y frívolo, le parecía más manejable. Sintetizo: “Juanito” llegó al trono porque así lo decidió un dictador de manos ensangrentadas.

Ayer, las redes sociales ibéricas y en castellano se acordaron mucho de su abuelo, a quien Juan Carlos le debe su tercer nombre, Alfonso XIII, quien abdicó de la corona y se fugó a Italia en 1931, cuando la instauración de la Segunda República era ya inevitable. En aquel entonces, uno de los más grandes escritores hispanos, Ramón María del Valle-Inclán, necesitó aclarar que su país no se quedaba sin monarquía por obra de los antimonárquicos y escribió: “El último Borbón no se va por Rey, se marcha por ladrón”. La frase fue tendencia detrás de su autor, Valle-Inclán, justo cuando Juan Carlos se marchaba, no sin ciertas evocaciones coloniales, rumbo a su nuevo domicilio en República Dominicana.

Lástima que Ramón María del Valle-Inclán llegó a ser trending topic por aquel latiguillo -tan oportuno de recordar, por cierto- y no por el centenario que se cumple en estos días de “Luces de bohemia”, su pieza teatral considerada obra cumbre del esperpento, género literario que se caracteriza por la presentación de una realidad deformada hasta el grotesco y la degradación de los valores a una situación ridícula. (Sí, sí, esperpento también refiere a una persona bastante espantosa, pero ahora estamos hablando de literatura).

 

Valle-Inclán sí se ganó un lugar de privilegio en la Historia. Tal vez haya sido el más librepensador de los intelectuales de la España moderna. En su heterodoxa manera de mover el coco, que era una especie de viaje ideológico, había espacio para lo monárquico, lo republicano, lo conservador, lo socialista, lo libertario, lo religioso y lo anticlerical.

 

Su amigo y colega Manuel Azaña, sin hache, que llegó a presidir la República Española con Valle-Inclán ya muerto y la guerra civil ya ensangrentándolo todo, decía de lo insondable que tenía en la cabeza: “¿Quién sabe lo que piensa Valle de nada ni de nadie? Le he oído defender siempre con muchísima gracia y desenvoltura posturas completamente opuestas”.

Dicen que mientras era enterrado en Santiago de Compostela, alguien arrojó a la fosa un rosario. Parece ser que un anarquista se tiró tras el crucifico para sacarlo de la tumba, con tan mala suerte que partió la tapa del cajón.

 

Metámosle un poco de poesía al asunto. Rubén Darío:

 

Este gran don Ramón de las barbas de chivo,

cuya sonrisa es la flor de su figura,

parece un viejo dios, altanero y esquivo,

que se animase en la frialdad de su escultura.

El cobre de sus ojos por instantes fulgura

y da una llama roja tras un ramo de olivo.

Tengo la sensación de que siento y que vivo

a su lado una vida más intensa y más dura.

Este gran don Ramón del Valle-Inclán me inquieta,

y a través del zodíaco de mis versos actuales

se me esfuma en radiosas visiones de poeta,

o se me rompe en un frasco de cristales.

Yo lo he visto arrancarse del pecho la saeta

que se lanzan los siete pecados capitales.

 

Y cerremos con el propio Valle, que además de novelista, ensayista y dramaturgo, era poeta: 

 

Nada será que no haya sido antes.

Nada será para no ser mañana.

Eternidad son todos los instantes,

que mide el grano que el reloj desgrana.

 

Eternidad la gracia de la rosa,

y la alondra primera que abre el día,

y la oruga, y su flor la mariposa.

¡Eterna en culpa la conciencia mía!

 

Al borde del camino, recostado

como gusano que germina en lodo,

siento la negra angustia del pecado,

con la divina aspiración al Todo.

 

El gnóstico misterio está presente

en el quieto volar de la paloma,

y el pecado del mundo en la serpiente

que muerde el pie del Ángel que la doma.

 

Sobre la eterna noche del pasado

se abre la eterna noche del mañana.

¡Cada hora, una larva del pecado!

¡Y el símbolo la sierpe y la manzana!

 

Guarda el Tiempo el enigma de las Formas,

como un dragón sobre los mundos vela,

y el Todo y la Unidad, supremas normas,

tejen el infinito de su estela.

 

Nada apaga el hervor de los crisoles,

en su fondo, sellada está la eterna

Idea de Platón. Lejanos soles un día

encenderán nuestra caverna.

 

Mientras hilan las Parcas mi mortaja,

una cruz de ceniza hago en la frente.

El tiempo es la carcoma que trabaja

por Satanás. ¡Y Dios es el Presente!

 

¡Todo es Eternidad! ¡Todo fue antes!

¡Y todo lo que es hoy será después,

en el Instante que abre los instantes,

y el hoyo de la muerte a nuestros pies!

 

por Edi Zunino

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