Tuesday 23 de April de 2024
Perfil

Caso Duhalde: la parte sana de un mensaje trastornado

POLITICA | Por Edi Zunino | 26 de August 11:56

Nuestro sentido del humor -taimado, irónico, negro hasta lo dramático- es bien andaluz, o sea, no básicamente hispano, sino, en el fondo, más bien moro y gitano, a lo que habría que sumarle, seguro, dosis judías.

Digo esto para cubrirme, porque ayer me reí mucho -no sé si por no llorar- con la explicación que Jorge Yoma le encontró al desatino de Eduardo Duhalde con eso de que el año que viene no va a haber elecciones y el golpe de estado y la anarquía rojo sangre y demás... Con su clásico desparpajo turco-riojano, Yoma se puso a sí mismo como ejemplo de las acciones colaterales que puede tener el consumo de ansiolíticos y antidepresivos, al punto de la desinhibición total de decir cualquier cosa sin autocontrol, a lo que definió como el “efecto me chupa un huevo todo”.

El tema es que, de ser así y medicado o no, el mismo efecto podría estar afectando a Jorge Lanata, que horas después que Duhalde salió a decir que él tenía esa misma información desde hace rato. Lo hizo mientras Duhalde bajaba un cambio y salía a pedir disculpas, a considerarse acaso víctima del mismo estresazo que hoy estaría enfermando a la dirigencia política entera y a explicar que sus intenciones eran las mejores. Digamos que en el trastorno estaba el remedio.

La pretendida “parte sana” del mensaje duhaldista sería la de advertirle públicamente al presidente Alberto Fernández, con quien se conocen hace décadas y se juntan seguido a solas, que no se deje llevar por los enojos, que descanse más y que se distraiga un poco, porque, de lo contrario, se va a ensimismar, la declamada unidad nacional va a volver a ser una deuda y le puede terminar pasando lo que a Fernando de la Rúa. Esos dichos, en boca de Duhalde, inquietan el doble: la mitología política le sigue adjudicando a él, en concordancia con Raúl Alfonsín, el patético final de la Alianza.

De algún modo, Duhalde estaría haciendo frente a las cámaras de TV lo que Jaime Durán Barba contó que hacía en privado con Mauricio Macri: combatir el llamado Síndrome de Hubris, ese mal medio psiquiátrico y medio sociológico que suele alejar a los líderes de la realidad sin llegar a ser unos locos de atar.

Pensando bien, o sea, en el buen sentido, Duhalde podría estar haciéndole un servicio al país despabilando al Presidente. Porque, hasta aquí, Alberto Fernández ha sido un “unionista” bastante particular. Hay que darle la derecha en que la pandemia se le vino encima como peludo de regalo y que trató de ser fiel a sus palabras conduciendo la crisis sanitaria en consenso con todos los mandatarios provinciales, sin distinción de oficialistas u opositores. Pero también es cierto que, sin enamorarse de la cuarentena ni ninguna pavada por el estilo, halló su propio foco al margen de la omnipresente Cristina Kirchner.

La cuestión es que, con el casi 90% de popularidad, Alberto, con la excusa Covid-19, pateó para adelante cualquier Consejo Económico-Social o iniciativa dialoguista por el estilo. Si la realidad danzaba alrededor suyo, ¿para qué compartirla? Y después, cuando el control de la sociedad empezó a írsele de las manos y su popularidad se emparejó vertiginosamente con su imagen negativa, se enojó y, por ahí temeroso de que sea peor, le empezó a hablar casi exclusivamente a los votantes “puros” del Frente de Todos.

En síntesis: no hay un mínimo dato confiable, al menos por ahora, para prever un golpe o un estallido generalizado. De todos modos, Houston, estamos en problemas.

 

por Edi Zunino

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