Cuando comenzás a vivir una vida en forma consciente, algo sucede. Es posible que tengas que prepararte para decir cosas que pueden molestar a otras personas.
Antes de hablar, exponer, comentar un tema, revisá desde qué lugar vas a decirlo. Cuando hablo de decir tu verdad, no me refiero a la que está apegada al ego, a la que quiere salir y tener razón. Me refiero a aquella que sale desde lo que sentís sin necesidad de querer tener la razón, solo de comunicar.
Es posible que en ese proceso, descubras que los oyentes querían escuchar otra cosa, allí radica el desafío de decir o no la verdad. SI estás rodeado de personas que quieren escuchar cosas adornadas, y te conviertes en alguien que no dice lo que piensa solo para quedar bien, estás perdiendo quien sos. No te extrañes luego, encontrarte rodeado de mentiras y engaños. Vos mismo estás fomentándolo a través de tus propias acciones por dejar de ser quien sos. En todo caso, se trata de aprender a decirlas.
Permite que las personas que te conozcan sepan que tenés algo que comunicar o transmitir, que no está sujeto a discusión, porque es lo que sentís y pensás, permitiendo que lo que otra persona siente y piensa tenga lugar también.
Para poder vivir en la verdad, es importante vivir una vida apasionada, sin apatía, ni cansancio. Una de las señales de que no estás viviendo en esa verdad es si continuás haciendo algo que no resuena con vos, o que ya no te inspira.
¿Cómo darte cuenta cuando debés correrte de algo que no te conecta con la verdad?
Estar todo el día haciendo cosas, no permite espacio para sentir lo que tu cuerpo tiene para decirte. Tal vez hayas visto que cuando decidís parar, el cuerpo comienza a hablar. Si escucháramos al cuerpo, diariamente, en vez de desoirlo tapándolo con acciones, el nos daría información necesaria para tomar decisiones y cambiar de rumbo si eso fuera necesario.
Algunas cosas que sirven poner en práctica:
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Hacer una pausa diaria, respirar durante unos 5 minutos en forma consciente
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Mientras respiramos conectar con cada parte de tu cuerpo, llevando la consciencia a cada extremidad y órgano
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Agradecer el funcionamiento de nuestro cuerpo
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Prestar atención a cuál es la molestia que sentimos e identificar en qué parte del cuerpo está la molestia
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Revisar cuáles son los pensamientos recurrentes, los que traen malestar. Por ejemplo: comienzas a sentir anciedad cuando pensás que no te alcanzará el dinero. O, sentís endurecimiento de cuello cuando no estás adaptándote a lo que la vida está trayendo en este momento. O, tus rodillas duelen y se traban, y tus pensamientos tienen que ver con miedo a avanzar en algo nuevo en tu vida.
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Repasa tus relaciones. Cuán sinceras son? Estás con quienes estás a gusto? Estás sosteniendo algo porque no sabes cómo decir que no te sientes bien ahí?
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Identifica, en qué se parece lo que haces a lo que recibes.
Al escucharte cada día, te convertirás en el mejor scanner de tu propio cuerpo y alma. Puede suceder luego, que tengas que adquirir la habilidad de poder comunicarlo, para que el ego no interfiera.
Muchas veces, las personas no saben que si se hicieran esa pregunta, descubrirían que la mentira que tienen cerca tiene que ver con una mentira que ellas también están generando en sus vidas.
Ya sea por continuar en un trabajo que no las hace felices, por apartarse de una situación sin decir lo que sienten o piensan.
Por miedo al que dirán, y por creer que mantener relaciones de larga durabilidad con personas que no nos traen verdad a nuestra vida.
Si te expresas desde un lugar despegado del ego, del querer tener la razón, independientemente de que esas personas tal vez tomen a mal lo que escuchen de ti, estarás soltando la expectativa por el resultado, abriéndote a más verdades y relaciones sinceras, siendo honesto u honesta y permitiéndole al universo que te acerque lo que es para vos.
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