El 24 de octubre de 1917 se produjo la revolución rusa, también llamada Revolución de octubre, que impondría el poder soviético en la región durante más de siete décadas.
Fue uno de los principales acontecimientos del siglo XX.
En esos años Rusia tenía un gobierno provisional que no podía solucionar serios conflictos sociales y se encontraba inmerso en la Primera Guerra Mundial, que duró entre 1914 y 1918.
La efectiva propaganda de los bolcheviques se unía a la falta de experiencia de la sociedad rusa para vivir en democracia; la ausencia de tradiciones y cultura políticas y, como consecuencia, el vacío de poder.
Pero a ese contexto se unían otras causas medulares que generarían una violenta y radical revolución social, extendida al campo, a las fábricas y a los pueblos no rusos del imperio.
En principio, la sociedad estaba cansada de sufrir la Primera Guerra Mundial.
Además, no había solución para el problema agrario, con una gran cantidad de tierras en manos de los terratenientes y el empobrecimiento de los campesinos, que constituían la abrumadora mayoría de la población.
Dentro de esa situación, las masas de obreros y soldados estaban hastiados del anuncio gubernamental sobre un repartimiento justo de tierra y bienes, carencia que el Partido Bolchevique logró atesorar como un argumento para la Revolución.
Los problemas sociales se traducían en crecientes demandas de grandes masas de la población, cuyos ejes de protesta eran el aumento de la inflación y déficit de alimentos.
De esta manera, la situación general era aprovechada por el carisma de Vladimir Lenin y el empeño de León Troski, que se convirtieron en los líderes de la revuelta.
Esos líderes, junto al descontento de la población, gestaron un día bisagra en la historia de Rusia y del siglo pasado. Ese día fue el 24 de octubre de 1917.
El Sóviet de Petrogrado, hoy San Petesburgo, estableció el Comité Militar Revolucionario presidido por Trotski, el cual empezó los preparativos para un levantamiento que comenzó el 24 de octubre.
En las fábricas se organizaron destacamentos de 'guardias rojos', pero la fuerza del ataque principal debían ser los marineros de la flota del Báltico.
Así, el 24 de octubre, en el estuario del río Neva, que cruza San Petersburgo, entraron el crucero Aurora y varios buques torpederos.
Entre el 24 y el 25, soldados y marineros revolucionarios y milicias de la Guardia Roja tomaron el telégrafo, puentes, estaciones ferroviarias, la central telefónica y el edificio del Estado Mayor próximo al Palacio de Invierno, la sede del Gobierno provisional. Una acción que tuvo poca resistencia del gobierno provisional.
Un día después, se formó el primer Gobierno soviético. Lenin fue elegido como presidente e inmediatamente se promulgaron dos decretos: el de la paz y el de la tierra.
El primero de ellos suspendió unilateralmente la participación de Rusia en la Primera Guerra Mundial y propuso a Alemania un tratado bilateral.
El Decreto de la tierra abolía la propiedad de los terratenientes, que pasaba a manos de los Sóviets locales para que la distribuyeran entre los campesinos.
En total los Sóviets locales obtuvieron unos 150 millones de hectáreas.
El dominio soviético se proclamaría en Bielorrusia, Ucrania, Estonia, Letonia, Crimea, el Cáucaso Norte y Asia Central.
La historia también es noticia. Radio Perfil. Guion de Andrés Ruíz y locución de Pita Fortín.
Comentarios