En su nueva columna “¿Qué nos pasa con lo que está pasando?”, la psicóloga Guillermina Rizzo (Mat. 79.901) analiza qué sucede psicológicamente cuando los políticos juran asumir sus cargos… pero luego no cumplen.
A partir del acto repetido de estos días —el “Sí, juro” de senadores, diputados y funcionarios— Rizzo describe cómo la ciudadanía atraviesa un proceso emocional casi previsible: primero aparece la desilusión, luego la tristeza, y finalmente el enojo.
¿Qué mecanismos se activan cuando la realidad no coincide con las promesas?
¿Cómo reacciona la sociedad ante discursos vacíos, burlas, grietas y gestos que antes parecían impensados?
¿De qué manera la frustración puede derivar en participación, apatía o incluso violencia?
Rizzo explica que, tras décadas de democracia, este ciclo se repite: el entusiasmo inicial se va desinflando cuando “en la cancha se ven los pingos” y las necesidades —sobre todo las económicas— no encuentran respuesta. El enojo puede transformarse en dos caminos: ciudadanos activos que evalúan y discuten las decisiones políticas, o una apatía creciente que lleva al desinterés y al “todos son iguales”.
Cuando la queja no es escuchada, advierte, puede crecer como una bola de nieve y derivar en estallidos de furia social, como ha ocurrido en distintos países.
El juego empezó: los funcionarios ya juraron y están en la cancha. La responsabilidad es compartida: ellos deben cumplir y la ciudadanía debe observar con atención, porque en dos años vuelven a rendir examen en las urnas.
Fotografía: Redes Sociales

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