Thursday 18 de April de 2024
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Pedro Cahn: "Si la cosa se desmadra, puede ser necesario que haya cierres"

PODCASTS | Por Jorge Fontevecchia | 29 de March 07:48

Eligió su especialidad porque era la rama más social de la medicina. Y a lo largo de los años, se transformó en uno de los principales especialistas mundiales en sida y en uno de los principales asesores del presidente Alberto Fernández ante la pandemia de covid-19. Dice que si algo se aprendió en 2020 es que son imposibles las cuarentenas muy largas, pero no descarta aplicarlas cortas y puntuales.

—El libro “Lo viral”, del escritor español Jorge Carrión, empieza así: “El 17 de noviembre de 2019 por la mañana un virus desconocido entra en el cuerpo de un hombre de 55 años, cuyo nombre también desconocemos. Por la tarde, empieza el siglo XXI”. ¿Comenzó una nueva etapa del mundo en Wuhan? 

—Creo que sí. Hay un antes y un después de la pandemia. Existen muchas cosas de las cuales no nos estamos dando cuenta todavía, porque estamos remando en la mitad de un río que por momentos se vuelve más revuelto. Por momentos parece estar más tranquilo, pero no vamos a salir de la pandemia de la misma manera en la que entramos. No lo digo en el sentido de que vamos a ser más buenos o más solidarios. No es así necesariamente. Debería, pero no. Mirando qué pasó en el siglo XX donde atravesamos dos guerras mundiales, el genocidio armenio y contra el pueblo judío, las poblaciones gays, los gitanos, las personas que pensaban distinto, la humanidad no mejoró demasiado. Además, tuvimos bombas atómicas, otras guerras más limitadas, atrocidades múltiples, asesinatos. Basta con leer los diarios de los últimos diez años. Esta pandemia nos tiene que permitir reflexionar sobre algunas cosas de las cuales no deberíamos volver atrás. Está claro que no podemos pensar en enfrentar la pandemia solos, que cada uno se puede arreglar por su cuenta, en un sálvese quien pueda, tanto a título individual como en cada país. Deberíamos tener una mayor fraternidad entre los países para poder resolver esta cuestión. No es lo que se vio a comienzos de 2020 con la lucha despiadada por los equipos de protección personal. Se secuestraban cargamentos cuando un avión tocaba tierra para recargar combustible. Tampoco es lo que estamos viviendo ahora con el tema de las vacunas. Hay países que tienen firmados contratos que no las recibieron; mientras que hay otros que tienen firmados contratos para nueve veces su población. Tenemos un continente entero como África donde muy pocas ciudades recibieron algunas migajas de dosis de vacuna.

—En un artículo reciente, el filósofo surcoreano Byung-Chul Han escribió: “El virus SARS-COV-2 es un espejo que refleja la crisis de nuestra sociedad. Hace que resalten aún con más fuerza los síntomas de las enfermedades que nuestra sociedad padecía ya antes de la pandemia”. ¿El covid-19 es una continuidad, es una disrupción o un síntoma de algo que ya existía antes?

—Las tres cosas. Esto es una crisis. Y las crisis no traen nada nuevo. Lo único nuevo en esta pandemia es el virus. Todo lo demás son cuestiones preexistentes. Por eso, yo decía hace poco que el sensible se volvió más sensible; el solidario, más solidario; el miserable, más miserable. Las desigualdades son peores que las de antes, pero ya existían. Pasa un poco como cuando uno se pone mayor. Cuando uno se pone mayor, no adquiere nuevas características, lo que hace es endurecer características preexistentes. Las crisis, las epidemias, nos hacen eso: ponen más en evidencia las situaciones. En eso me hace acordar mucho a la epidemia de VIH, en la que también lo único realmente nuevo fue el virus. Todas las cosas que vimos después, como la falta de bioseguridad en el trabajo de los profesionales de salud, la discriminación hacia las personas con diferentes elecciones sexuales, la persecución policial de los usuarios de sustancias, la falta de seguridad en los bancos de sangre, ya existían antes, lo que hizo el virus VIH fue ponerlas de manifiesto. Aquí tuvimos también situaciones de discriminación hacia personas que tenían covid-19 y también hacia los trabajadores de la salud. Vimos carteles en edificios que decían: “Si usted es trabajador de la salud, use la escalera, no use el ascensor”. Fue disruptivo, innovador, un cambio rotundo e inesperado que irrumpió en nuestras vidas. Como quien abre una compuerta y caen millones de litros de agua; pero, al mismo tiempo, puso de manifiesto las dificultades que arrastrábamos. No me refiero solo a la sociedad argentina, sino la sociedad mundial.

 

Escuchá el reportaje completo en Radio Perfil.

 

por Jorge Fontevecchia

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