Con Miguel Ángel Pichetto se podrá estar o no de acuerdo, discutirle o aplaudirlo, pero su formación durante décadas en la primera línea de la función pública lo vuelve un personaje interesante, constructivo diría, incluso cuando exagera la nota y provoca para desmarcarse. Me parece inteligente que un peronista instruido y patagónico saque a relucir a Julio Argentino Roca y lo ponga de su lado en la discusión sobre los ultra-mapuches de Jones Huala. Pero no lo digo montado en la obviedad triunfante del anti-aborigenismo estúpido, que también agita este debate, sino en las posibilidades que puede abrirnos el hecho de leer la historia con un sentido transformador y no autorreferencial, para darnos todo el tiempo la razón a nosotros mismos. Coincido con Pichetto en que calificar a Roca como “genocida” y quedarse parado ante ese espejo de colores roto es, ante todo, un desperdicio de énfasis. Condenar a los muertos desde manuales y códigos que cuando estaban vivos no existían, es una manipulación atroz del pasado que lo vuelve, sobre todo, inútil. Pero bueno, qué dice Pichetto sobre su frecuente y deliberada reivindicación de Julio Argentino Roca:
“Yo te diría que reivindico a Roca convencido, pero también deliberadamente. Porque yo creo que uno de los grandes problemas que tiene la Argentina es el proceso educativo y la construcción de la Historia. A ver… Roca asume la Presidencia en 1880, después de haber sido ministro de Defensa de Avellaneda, que le había ordenado la ocupación del desierto y de la Patagonia, que era un territorio amorfo que estaba indefinido en cuanto a su soberanía. Cuando termina Roca su segundo mandato, la soberanía argentina se extiende sobre toda la Patagonia, firma un convenio con Chile en 1899 que define a las altas cumbres y al Atlántico como propiedad de la Argentina, más la proyección antártica. Eso, 100 años después, Menem con el presidente chileno Frei vuelven a reeditarlo en un barco chileno sobre el estrecho de Magallanes, como lo había hecho Roca en una goleta de Chile. Son actos de una potencia histórica extraordinaria. Y la civilización, la evangelización… Decir que Roca es un genocida es la visión cultural de la izquierda argentina, que lo positivo lo convierte en negativo”.
Según lo veo yo, a Roca y a su generación sería provechoso medirlos y reevaluarlos por la visión estratégica del plan que pusieron en marcha con la intención de inventar un país. La Ley 1420 de educación pública, laica y obligatoria es la política de Estado más vieja en vigencia: la promulgó Roca. Y no le puso eso solo a la educación: le puso al frente a sus dos antecesores en la Presidencia de la República, Avellaneda y Sarmiento, para ponerle los mejores hombres políticos al desarrollo de las universidades y las escuelas. Es decir, oara formar capital humano. Hoy, los expresidentes primero van a Tribunales y después vemos. Pero digo “laica” y Pichetto dijo “evangelización” en términos positivos… ¿Cómo es eso?
“Yo soy católico, creo en Dios, pero no creo en la visión de que la Iglesia tiene que entrometerse permanentemente y hacer documentos de contenido económico y político. Creo que ahí pierde potencia y habilita el debate de igual a igual. Si el obispo de La Plata hace una carta y opina sobre cuestiones de la economía, de la pobreza y cómo resolverla y el Papa habla de salario universal y llama a recortar la jornada laboral, alguien debe decirles que ese no es un modelo para la Argentina”.
Pichetto propone un debate serio sobre el desarrollo capitalista de la Argentina, porque es lo que está pendiente y no ve otra salida real. Y a quienes desde su identidad política original lo corren por izquierda, Pichetto, que fue el escribano del kirchnerismo en el Senado durante más de doce años, rescata un datito de estos días, para nada insignificante, que pasó desapercibido:
“Si vos escuchás a dirigentes importantes del Frente de Todos, incluso a la vicepresidenta… El otro día en la reunión con los jóvenes en la ESMA, la vicepresidenta habló significativamente del capitalismo, cosa que a muchos politólogos y a muchos analistas se les pasó de largo ese tema”.
Pichetto, sin decirlo, acaba de decir que CFK podrá radicalizarse todo lo que quiera para mantener la centralidad, pero no es nada de lo que puede suponerse en una izquierdista clásica. Insisto: fue su escudero parlamentario durante mucho tiempo, la conoce. Pero, bueno, ahora el auditor general de la Nación está en una construcción literalmente por derecha. No se puede dejar de hablar de Javier Milei, entonces:
“Creo que la Argentina requiere un modelo posible de llevar adelante… Lo que yo tengo como diferencia con Javier –con quien tengo un buen trato, lo conozco- es esta mirada de “la casta”, de rechazo a la política. La política es un emergente de la sociedad en que vivimos, donde lógicamente hay que mejorar y todo eso, pero la salida es por la política, no es por otro lado. Él va a pasar a ser parte de esta estructura, en un escenario altamentre complejo, con 256 diputados y va a tener que discutir en ese plano. Esa realidad también lo va a potencia en términos de si sus ideas se sostienen, si se pueden llevar adelante… ¿Sabés como llamo yo a la Cámara de Diputados? Después de haber estado ahí ocho años, donde he visto pasar a figuras de mucho valor, dirigentes de alta valía… De la Rúa… el “Bisonte” Alende, que era de Bánfield y un gran médico… A De la Sota, a Carlos Grosso… La Cámara de Diputados suele parecerse a un cementerio de elefantes. Cuesta trascender allí. Cuesta que tu voz resalte. Yo creo que Milei tiene virtudes para hacerlo, espero que le vaya bien. Yo tengo una visión de centro nacional, desde la construcción de un modelo de centro-derecha en el peronismo republicano, y voy a trabajar para ser parte de la coalición opositora y también discutir adentro el programa de gobierno, porque sin programa no va más… A mí me parece que sería interesante crecer por el lado del centro-derecha”.
por Edi Zunino
Galería de imágenes
Comentarios