Thursday 9 de May de 2024
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Máscaras de carnaval: su influencia en la filosofía y la literatura

PODCASTS | Por Edi Zunino | 16 de February 10:00

Las máscaras son mucho más que un artículo de más o menos lujo para divertirse, aunque asusten. Son, acaso más que nada a estas alturas, un instrumento de la filosofía y también de la literatura para cuestionar y cuestionarnos y seguir tratando de entender el mundo en que vivimos, la sociedad de la cual formamos parte y, por qué no, quiénes somos cada uno de nosotros mismos.

Ya lo dijimos: persona viene de máscara, porque las viejas máscaras de la tragedia y la comedia griegas se llamaban “per-sona”, estaban hechas para actuar y para sonar fuerte. En la definición literal de lo que somos, o sea, personas, por alguna razón nos quedamos con lo que se ve. 

La vida, las relaciones humanas desde las más simples a las más complejas, dependen, en gran medida, de las personas. Es decir, de lo que hacemos, de cómo nos mostramos y del modo en que se nos percibe.

Empiezo por tres filósofos. Escribió Arthur Schopenhauer: “Nuestro mundo civilizado no es más que una mascarada donde se encuentran caballeros, curas, soldados, doctores, abogados, sacerdotes, filósofos, pero no son lo que representan, sino solo la máscara, bajo la cual, por regla general, se esconden especuladores de dinero“. Habla de la ambición como esencia.

Vayamos a Michel Foucault: “Si la genealogía plantea la cuestión del suelo que nos ha visto nacer, de la lengua que hablamos o de las leyes que nos gobiernan, es para resaltar los sistemas heterogéneos que, bajo la máscara de nuestro yo, nos prohíben toda identidad“. Habla de cómo somos formateados por las instituciones que constituimos.

Sumemos a Friedrich Nietzsche: “Todo espíritu profundo necesita una máscara. Aún más, en torno a todo espíritu profundo va creciendo continuamente una máscara, gracias a la interpretación constantemente falsa, es decir, superficial, de toda palabra, de todo paso, de toda señal de vida que él da“. Habla de la conflictiva relación con los otros.

Vayamos a los escritores. Se preguntaba Ernesto Sábato: “¿Qué máscara nos ponemos o que máscara nos queda cuando estamos en soledad, cuando creemos que nadie nos observa, nos controla, nos escucha, nos exige, nos suplica, nos intima, nos ataca?“. Habla de autosincerarse.

Lo mismo que Mario Benedetti en esta cita de La Tregua: “Qué feo eso de que le digan a uno la verdad, sobre todo si se trata de una de esas verdades que uno ha evitado decirse aun en los soliloquios matinales, cuando recién se despierta y murmura pavadas amargas, profundamente antipáticas, cargadas de autorrencor, a las que es necesario disipar antes de despertarse por completo y ponerse la máscara que, en el resto del día, verán los otros y verá a los otros“.

Sumo, en la misma cuerda, a un poético Jorge Luis Borges: “Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir. Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz. La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única”. 

Y cierro con un ácido Charles Bukowski: “Las relaciones humanas nunca suelen funcionar. Sólo las dos primeras semanas tienen algo electrizante, luego los participantes pierden el interés. Las máscaras caen y aparece la realidad: dementes, imbéciles, chiflados, rencorosos, sádicos, asesinos. La sociedad moderna creó su propia especie y la ha enfrentado entre sí. Es un duelo a muerte en un cerco sin salida”. 

Las máscaras, del carnaval a la vida misma.

por Edi Zunino

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