El papa Francisco utilizó la gira de 5 días por Creta y Grecia que culmina hoy para llamar la atención del mundo y muy especialmente de los países europeos, sobre el persistente drama de la migración que no ha cedido. La pandemia, sobre todo a lo largo del 2002, ocultó y de hecho disminuyó el flujo de emigrantes desesperados que llegaban a las costas europeas pero a partir de este año ese fenómeno ha vuelto y con todos sus elementos de gravedad.
El sumo pontífice utilizó su viaje a la Isla de Lesbos que pertenece a Grecia y habló de un "naufragio de las civilizaciones del mediterráneo" ya que considera que nos estamos acostumbrando a las imágenes que se ven por televisión. En los últimos tiempos la inmigración ha encontrado nuevas rutas ante máximos controles que han aplicado. De ahí que han crecido mucho el tráfico de pateras, embarcaciones precarias con las que llegan los migrantes.
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