Fue el primer mandatario elegido a través de la ley Sáenz Peña en 1916 y el primero en ser reelecto en 1928.
También fue víctima del primer golpe de Estado perpetrado por los militares con aval de la oligarquía nacional el 6 de septiembre de 1930.
Los golpistas no tuvieron reparo en encarcelarlo en la isla Martín García cuando lo desalojaron del poder político, lo que perjudicó aún más su ya frágil salud.
A comienzos de 1933, Yrigoyen arrastraba problemas respiratorios y digestivos y sus médicos tenían temor de que tuviera cáncer de garganta.
En marzo se sintió mejor y le recomendaron que viaje a Brasil para descansar, pero se negó porque en el pasaporte querían poner “ex presidente” y él insistía en que seguía siéndolo.
Finalmente eligió Montevideo donde fue acompañado por su hija Elena, su secretaria y su médico personal.
A su regreso al país, le diagnosticaron bronquitis aguda que rápidamente se transformó en una bronconeumonía.
El 2 de julio, Yrigoyen se confesó con su amigo Fray Alvaro Alvarez y Sánchez y el monseñor Miguel de Andrea le dio la bendición papal.
Al enterarse de la delicada situación del líder radical, una multitud se congregó frente a su domicilio, en Sarmiento 844, a pesar del frío y la llovizna.
El lunes 3 la salud de Yrigoyen empeoró, recibió la extrema unción y a las pocas horas murió.
La muchedumbre que rodeaba su domicilio se enteró de la triste noticia cuando se abrieron las puertas del balcón y vieron salir cabizbajo al médico y político José Tamborini, que invitó a todos a descubrirse, en señal de respeto.
Algunos lloraron, otros se arrodillaron, muchos vivaron el apellido del ex presidente y todos cantaron el Himno Nacional.
El cuerpo fue embalsamado y lo vistieron con el hábito de los dominicos. Recién a las dos de la madrugada habilitaron el ingreso de la gente a la casa del ex presidente. Ya eran cientos de miles los presentes.
El velatorio duró más de dos días. El gobierno decretó honras fúnebres, que la familia de Yrigoyen rechazó. El ministro del Interior Leopoldo Melo se acercó a la casa, pero no lo dejaron pasar y se retiró entre insultos y abucheos.
El féretro fue llevado por la multitud desde su casa hasta el cementerio de la Recoleta.
El cortejo demoró cuatro horas en llegar; el gobierno, en tanto, amenazó con despedir a los empleados públicos que faltasen al trabajo para ir a las exequias.
Salvo algunos políticos, como Alfredo Palacios, no hubo pronunciamientos sobre la muerte del líder radical, que sí fue despedido masivamente en las calles por gran parte de la población.
El 3 de julio de 1933 murió Hipólito Yrigoyen, dos veces presidente argentino. La historia también es noticia. Radio Perfil. Guion de Javier Pasaragua y locución de Pita Fortín.
por Radio Perfil FM 101.9
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