Fue en la ciudad de Ruan, Normandía, siendo el segundo hijo de Achille Cléophas, un médico cirujano; y de Anne Justine, perteneciente a una de las familias más tradicionales de la zona. Su pasión por las letras comenzó a los once años cuando editó una pequeña revista literaria llamada “Colibrí” que redactaba íntegramente.
Estudió derecho en París, donde conoció al escritor y fotógrafo Maxime du Camp, iniciando una amistad que duraría toda la vida. Juntos realizaron un viaje a pie por las regiones de Turena, Bretaña y Normandía. Posteriormente conocieron Egipto, Asia Menor, Turquía, Italia y Grecia, cuyos recuerdos le servirían a Flaubert para su novela “Salambó”.
En 1844, Flaubert dejó los estudios de Derecho con el pretexto de reponerse de un ataque de epilepsia y abandonó París para regresar a Croisset donde vivió con su madre y, más tarde, con su sobrina. La casa, ubicada en una agradable parcela a orillas del río Sena, fue el hogar de Flaubert hasta el final de sus días y en donde se entregó de lleno a su labor de escritor.
En 1851, empezó a escribir “Madame Bovary”, tarea que le demandó 56 meses. Su obra cumbre fue publicada, por primera vez, en formato de folletín en la “Revue de Paris”, seis años después.
El personaje está inspirado en la historia real de Delphine Delamare, la esposa de un médico rural de Normandía, que se suicidó a los veintiséis años, después de acumular deudas y de tener varios amantes. Con Madame Bovary, Flaubert rompió con todas las convenciones morales y literarias de la época. Nadie se había atrevido, hasta ese momento, a presentar un prototipo de heroína rebelde y tan poco resignada a su destino.
Luego de publicados varios capítulos de “Madame Bovary”, las autoridades francesas iniciaron acciones legales contra la editorial y el autor, acusados de atentar contra la moral y las buenas costumbres, pero finalmente fueron declarados inocentes.
Cuando la novela apareció en formato de libro tuvo una gran recepción entre los lectores y la crítica especializada de la época. Flaubert envejeció rápidamente a partir de 1870, y parecía un anciano cuando falleció en 1880, a los 58 años, por una hemorragia cerebral. Ya entrado el siglo XX, la obra cumbre de Flaubert sirvió de inspiración para el cine que se encargó de recrear, en varias oportunidades, las penurias sufridas por Emma Bovary.
Guión de Javier Pasaragua y locución de Pita Fortín.
por Radio Perfil
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