El ex diputado nacional durante el macrismo y funcionario de las dos presidencias de Cristina Kirchner considera que la grieta es uno de los grandes males de la Argentina y sostiene que el diálogo es el único puente posible entre oposición y oficialismo. Reclama un debate profundo dentro del peronismo y brega por una vuelta a la movilidad social ascendente.
Vos tuviste como asesor en la Anses a Martín Guzmán, el actual ministro de Economía. ¿Cómo era aquel joven Guzmán de hace una década y cómo es este que ves hoy de ministro?
Lo conocí en la Anses sobre el final de la gestión, me lo presenta Sergio Chodos, quien en ese momento era representante ante el FMI. Recuerdo que los cité en la sede del Partido Justicialista, junto con Mauricio Mason y otro grupo de compañeros. Él trabajaba con Joseph Stiglitz y venía con alguna idea de cómo desarrollar la economía argentina, cómo incentivar la inversión en ciencia, en tecnología, en innovación y cómo esas cosas son centrales para el crecimiento. Siempre me pareció una persona muy correcta, muy amable, muy respetuosa y con ideas innovadoras, que se acerque alguien de Columbia a la sede del Partido Justicialista, en la calle Matheu, para nosotros era todo un acontecimiento, porque justamente, no abundan esas cosas en el peronismo. Nunca fue asesor formal mío. Sí, me dio una mano y me lo recordaban hace unos días otros compañeros diputados, Lavagna, Laspina, Massot. En el año 2017 Macri presenta una modificación del artículo 65 de la Ley de Administración Financiera, que fue el primer indicio de que la Argentina empezaba a tener dificultades con la deuda en el Presupuesto. Recuerdo que tuve muchos intercambios con él y me asesoró con respecto a por qué no era conveniente ese tipo de modificaciones y tuvimos unas charlas muy profundas. Esa fue la relación. Me asesoró concretamente en ese tema y estaba muy interesado en el tema de la deuda desde entonces.
¿Ves alguna diferencia de aquel y este de hoy?
No, hace mucho tiempo que no charlo con él y no tuve oportunidad de cruzármelo.
Como economista, ¿cómo evaluás la forma en que él llevó adelante la negociación con el Fondo y toda la reestructuración de la deuda?
Lo primero que quiero poner de relieve es que no necesariamente son decisiones de él, es el que lleva adelante la negociación, pero forma parte de un gobierno que tiene una marca registrada dilatando un montón de decisiones y no se las ha encarado con firmeza. Este gobierno arrancó con el mandato primero de ordenar la deuda pública, tanto privada como con organismos internacionales, y segundo poner de pie y hacer que la Argentina vuelva a crecer. En términos de deuda privada, la negociación fue mucho más extensa de lo que todos preveíamos. Como dijo Pablo Guerchunoff, en una entrevista de esta serie: “Para quienes transitamos los pasillos del poder no es tan fácil como bajar o subir una perilla y resolver las cosas”. Pero si miramos la historia, las demandas que tuvo el sector privado de quita de deuda finalmente fueron a las que accedió Argentina. Era una quinta aproximadamente del 50% y recordemos que arrancamos pagando 4.500 millones de dólares por una ley que se votó en el Congreso. Evitar un default de esa naturaleza, y que no se evitó, tiene como resultado que hoy tenemos poco acceso al crédito. El riesgo-país está en 1.800 puntos, ese proceso se dilató. Lo mismo pasó con el FMI, hubiese sido muy distinto si se hubiera iniciado un proceso de negociación a inicios del año 2021, donde todavía la pandemia era una situación de dificultad en el mundo y hubiésemos podido cumplir con todas las metas, porque el crecimiento que fue por encima de lo que esperaba el propio gobierno, los economistas y los argentinos, fue muy bueno, hubiese permitido cumplir con todo tipo de meta.
A tu juicio, no son responsabilidad de Martín Guzmán, sino del Gobierno que lo integra. ¿Y a qué atribuís entonces esa procrastinación?
Es una marca registrada de este gobierno dilatar los temas, patear la pelota para adelante, que tiene que ver con condiciones políticas. Las coaliciones políticas muchas veces son interesantes para ganar elecciones, pero no necesariamente son tan efectivas para gobernar. Además, esa diversidad se manifiesta en el armado del Gobierno, algunas áreas la conforma un sector, otras otro sector. Muchas veces los aspectos de coordinación en el liderazgo son complejos. Argentina es un país con una tradición presidencialista, el peronismo, como dijo una vez un senador en pleno debate, nació en un cuartel. Tiene una lógica de liderazgo muy fuerte y ésta es una coalición que nace con un objetivo: evitar que Macri sea reelecto. Cumplió su objetivo, tuvo un resultado electoral fuerte. Aparece una situación muy complicada con la llegada de la pandemia y en ese sentido hay que poner un paréntesis. Pero las coaliciones muchas veces no avanzan, y los métodos para resolver las contradicciones, las dificultades o las situaciones empantanadas. Entonces ahí también hay un problema de origen, de cómo funciona la coalición.
Escuchá la entrevista completa en Radio Perfil FM 101.9.
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