Nació en París en 1619, siendo el cuarto hijo de Abel de Cyrano, un abogado del Parlamento francés, y de Espérance Bellange. Pasó la mayor parte de su infancia en la comuna Saint-Forget, para luego trasladarse a la capital francesa, donde transcurrió casi toda su vida.
En 1638, adoptó el nombre de “Bergerac”, tal como se denominaban las tierras que compró su abuelo, adquisición que le permitió a su familia ingresar al círculo de la pequeña nobleza. Siguió la carrera militar y se hizo célebre por su valentía y por sus numerosos duelos, pero se retiró en 1641, tras recibir una herida en la garganta durante un combate. Al poco tiempo, comenzó a frecuentar los círculos libertinos y a estudiar filosofía.
Buscó ayuda económica en el duque de Arpajon, quien le retiró su confianza tras el estreno de su primera pieza teatral “La muerte de Agripina”, al generar un escándalo por su mirada antirreligiosa. Cyrano se oponía rotundamente a los principios cartesianos que hacían de la existencia de Dios “una realidad adquirida”. Su obra más reconocida y ambiciosa fue “Historia cómica de los estados e imperios de la Luna”, seguida por “Historia cómica de los estados e imperios del Sol”. Se trata de utopías fantasiosas en donde Cyrano expuso sus concepciones filosóficas, astronómicas y físicas.
También fueron famosas sus cartas, caracterizadas por ser poéticas, satíricas y amorosas, siempre dirigidas a las personas reales. Poco antes de morir había comenzado a escribir un tratado de física y quería liderar una vanguardia cultural, una nueva filosofía de la vida.
Cyrano de Bergerac, considerado sucesivamente “un mártir libre-pensador”, un “científico incomprendido” y un “racionalista militante”, murió de sífilis en Sannois, Francia, con apenas 36 años. Fue catalogado por sus contemporáneos, además, como “libertino” por su actitud irrespetuosa hacia las instituciones religiosas y seculares.
También se lo consideró uno de los precursores de la ciencia ficción. En la actualidad, es especialmente conocido por la obra de teatro Cyrano de Bergerac, de Edmond Rostand estrenada en 1897, llevada al cine en varias oportunidades y hasta recreada para el público infantil por Roberto Gómez Bolaños.
En su homenaje, la Unión Astronómica Internacional denominó a uno de los cráteres de la luna “Cyrano”.
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Guión de Javier Pasaragua y locución de Pita Fortín para Radio Perfil.
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