La pandemia nos llenó de candidatos médicos en esta campaña electoral. Adolfo Rubinstein es uno de ellos. Compite en la interna porteña de Juntos este domingo contra María Eugenia Vidal, como lo hace Facundo Manes en la bonaerense contra Diego Santilli. De hecho, Rubinstein viene a charlar conmigo derecho desde una recorrida por Avellaneda con Manes. Dice que está maravillado por la conexión emocional del neurólogo con la gente y que por ahí termina siendo un gran aporte la incursión de médicos en la política, por esa relación con las personas, tan distinta a la que puede tener un abogado, un economista o un ingeniero. Aparte de conocer desde hace mucho a Manes, Adolfo Rubinstein fue jefe del ministro Fernán Quirós cuando era residente del Hospital Italiano. Se me ocurre preguntarle si se imagina un presidente médico en 2023 y también un alcalde porteño:
“No veo por qué no. En mi caso, no está en los planes… Pero hemos tenido a Arturo Illia, que fue un médico, un médico de familia, un médico de barrio que estaba en la atención permanente. Si los médicos tenemos una característica, es, por nuestra profesión y este oficio, esta capacidad de escuchar, de reflexionar, de empatizar, de entender el sufrimiento, de abrazar a la gente en su dolor. Es algo que está muy dentro nuestro. Yo soy médico de familia y no sólo lo que estudié, sino lo que aprendí en la práctica, tiene que ver con eso: estar cerca de la familia, cerca de la gente. Y si vos de golpe te dedicás a la política, esas habilidades aprendidas pueden ayudar mucho”.
Me interesa saber, a la distancia y ahora que compite con el PRO, por qué Rubinstein no le dio el portazo a Mauricio Macri cuando le bajó el precio al Ministerio de Salud a su cargo y lo pasó a Secretaría. Esto me dice:
“Mirá, lo pensé… Realmente, en el momento en que se produjo eso me sentí muy incómodo y lo hablé con Marcos Peña y con el presidente Macri. La decisión no tuvo que ver con Salud, sino con una decisión política de reducir la estructura decisional en menos cabezas, los ministerios bajaron a la mitad. Pero creo que fue una decisión equivocada, así se los dije en su momento y se los repetí varias veces. Y si bien yo pensé en renunciar en aquel momento, finalmente tomé la decisión de no hacerlo. Me parecía que era muy irresponsable irme, tenía un equipo muy formado, un muy buen equipo, hacíamos y seguimos haciendo una muy buena gestión y, en la medida que no se afectaran esas políticas, me pareció que era irresponsable y muy perjudicial. Y decidí bancar los trapos”.
La mayoría de los radicales decidieron no bancarle más los trapos al macrismo. Pero la UCR oficial porteña va con Vidal a través de Martín Tetaz, que es apadrinado por Martín Lousteau. Rubinstein dice que esa lista es el fruto de un arreglo político empujado por Horacio Rodríguez Larreta para ir armando desde ahora su candidatura presidencial en 2023 y que, por eso, es una “mezcla rara de Museta y de Mimí”. Como en el tango “Griseta”, que transcurre en un cabaret, pero seguro no habla de eso Rubinstein, que ve al frente de esa lista a una María Eugenia Vidal “muy desdibujada”. Le pregunto, entonces, si le da la razón a Patricia Bullrich, en cuanto a que era mejor candidata que Vidal:
“Te lo digo ya: no tengo ninguna duda de que Patricia era la mejor candidata posible para lo que es el PRO. Definitivamente, Pato Bullrich hubiera sido una muy buena candidata. No tengo duda. El problema es que la imagen de María Eugenia está muy desdibujada. Ha perdido identidad. Ella tenía en la provincia, cuando fue gobernadora, toda esa cosa de la leona y la fuerza y todo el estilo que tuvo María Eugenia –yo estuve con ella en la gestión y la he visto actual- y de golpe es como que desapareció un año y medio y reaparece con un perfil totalmente diferente y se desdibuja lo que tenía, que era muy fuerte”.
Estamos ahí nomás del momento en que mueren las palabras. Imposible adelantar cómo quedará conformada la lista definitiva para las elecciones de veras, que son en noviembre.
por Edi Zunino
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