Monday 13 de May de 2024
Perfil

San Alberto, patrono de los alquimistas

PODCASTS | Por Edi Zunino | 16 de November 11:52

A propósito no podía salir mejor: ayer fue San Alberto Magno. Todos los 15 de noviembre, la Iglesia Católica evoca al obispo medieval apasionado por la alquimia que –aparte de descubrir el arsénico- rescató de los avernos el pensamiento de Aristóteles y formó a Tomás de Aquino. La alquimia era una práctica precientífica ubicada, digamos, entre la medicina y la magia, entre la filosofía y el misticismo. Ayer, 15 de noviembre, en la sede nacional del PJ –devaluada “catedral” pero “catedral” al fin- el peronismo gobernante resolvió los detalles para que mañana, Día del Militante, se despliegue toda la liturgia y Alberto tenga su primera Plaza de Mayo tras dos años atroces y una derrota, la del domingo, que al no haber sido catastrófica merece una celebración.
La religión y la dramaturgia son dos nutrientes históricos de la política, que es un lenguaje de palabras y de símbolos. El martirologio, es decir, la victimización, suele ser un ingrediente impagable a la hora de reafirmar identidades. Por eso, una derrota que no aniquila, puede fortalecer. Le pasó al macrismo tras las PASO de 2019, cuando decidió no aturdirse con los números y sobrevivir, fortaleciéndose fuera del poder. El caso de este Gobierno es parecido, aunque muy diferente. La elección del domingo no fue presidencial y justo en eso que la desdramatiza está el drama, ya que Alberto Fernández debe gobernar dos años más un país lacerado y debe hacerlo en un inusual estado de empate institucional.
Entonces, lo de mañana no será una fiesta sino una demostración de fuerza (muy a la antigua, es cierto, pero es lo que hay). En el Frente de Todos creen dos cosas básicas: que, pese a las tensiones internas, cada cual por su lado no existe como alternativa y que recuperar la calle tendrá un efecto positivo, más que nada en las microclimáticas autoestimas dirigenciales. Por primera vez, el eje de la convocatoria estará puesto en darle respaldo al Presidente, lo cual implica el reconocimiento de que está débil y, a la vez, que el clásico padecimiento persecutorio de Cristina Kirchner ha pasado a un segundo plano.
Las apelaciones al culto y a la épica suelen tener un gran problema: sólo surten efecto complementadas con una clara definición del enemigo. Y sucede que se está convocando a un diálogo para el cual no existen otros interlocutores que esos mismos “enemigos”. La alquimia de ganar habiendo perdido requiere prolongar la lógica de la confrontación. Cuando los acontecimientos se enfrentan mirándose el ombligo, todo se subordina a una dinámica fuera de control. La demostración de fuerza de mañana puede ser, aunque incluso sus protagonistas no lo quieran, el inicio de la campaña 2023 cuando lo que se necesita es unos meses de paz para sentarse a resolver cosas muy graves que hacen a la vida cotidiana de millones de personas.
Hay un elemento extra, que puede terminar siendo el esencial: la demostración de fuerzas va a ser también al interior del Frente de Todos. La Plaza de Mayo se va a nutrir de tres torrentes: Diagonal Sur, Avenida de Mayo y Diagonal Norte. Eso supone un control estricto de que los movimientos sociales no se crucen con La Cámpora, por ejemplo, y que cada arteria sea el “cuentaganado” de lo que aporta cada cual. Se especuló con que el camporismo, es decir, el cristinismo, no fuera parte de la convocatoria. Me juran que nunca se llegó a tal nivel de ruptura, por más que nadie niega que las tensiones son considerables.
El cristinismo sostiene que, si La Jefa no pegaba el grito después de las PASO, la derrota hubiese sido aplastante. Del lado de los intendentes y movimientos sociales no kirchneristas deslizan que las PASO fueron una muestra de lo que puede pasar si, como pasó, se lo deja afuera de las grandes decisiones. Sí hay coincidencia en que la dualidad con Cristina desdibuja y, sobre todo, debilita a Alberto Fernández, los cual problematiza la gobernabilidad.
Una más: detrás de la celebración de San Alberto Magno está la desconocida letra chica del “acuerdo plurianual” supuestamente ya pactado con el Fondo y que requiere un acuerdo político generalizado para ponerle el moño. Digo: no sea cosa que la procesión vaya por fuera y por dentro, los sapos.

por Edi Zunino

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