Thursday 25 de April de 2024
Perfil

Robert Lefkowitz: "La controversia es una consecuencia inevitable de hacer descubrimientos reales"

PODCASTS | Por Jorge Fontevecchia | 12 de July 18:52

El médico y químico estadounidense, investigador en biomedicina y Premio Nobel de Química en 2012 por su estudio sobre los receptores celulares acoplados a la proteína G, que hoy se aplica a la mayoría de los remedios, dialoga sobre el sistema de comunicación entre las células y el proceso del trabajo científico: curiosidad, optimismo, humor y, sobre todo, fracaso.

Se refirió a sí mismo como un científico accidental. ¿Qué quiere decir con eso?
Lo que quise decir con eso es que comencé siendo médico, no científico. Había soñado con ser médico desde que era un niño pequeño, mi modelo a seguir, mi ídolo, era mi médico de familia, que hacía visitas a domicilio en el Bronx, Nueva York, donde crecí en la década de 1940. Y decidí a una edad muy temprana, quizás a los 7 u 8 años, que quería ser como él, así que me propuse ser médico y nunca dudé de eso. Nunca pensé, me encanta la ciencia y estudié Química en la universidad, pero nunca soñé que sería científico, ni quería serlo. Después de que me gradué en la escuela de medicina en 1966, la Guerra de Vietnam estaba en pleno apogeo y allí todos los médicos fueron reclutados. Muchos de nosotros no apoyábamos la guerra, pero había muy pocas formas de evitar el reclutamiento médico. Sin embargo, un buen programa fue el Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos, a diferencia del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea, que se consideraba uno de los servicios militares, en realidad tenía establecimeintos, algunos de sus encargados eran funcionarios del lado estatal, instituciones como los Institutos Nacionales de Salud (NIH) o los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC). Entonces, si podías obtener un cargo en el Servicio de Salud Pública, tenías la posibilidad de ser asignado a uno de estos establecimientos de investigación y no ser enviado a Vietnam. Puedes imaginar que fueron asignaciones muy competitivas. Tuve la suerte de obtener una comisión de este tipo y me asignaron al NIH, donde durante los siguientes dos años pasé aproximadamente el 20% de mi tiempo haciendo trabajo clínico y aproximadamente el 80% de mi tiempo asignado a un laboratorio de investigación básica, y fue allí donde aprendí por primera vez a investigar y me familiaricé con la investigación. En última instancia se basó en esa experiencia, que fue accidental, si no fuera por esa guerra y el reclutamiento, nunca habría ido al NIH y nunca me habría convertido en científico, por eso tiendo a considerarme un científico accidental.

¿Cuánto hay de intuición en el trabajo científico y cuánto de perseverancia hay en la investigación científica?
Hay muchas instituciones científicas, algo así como 120 escuelas de medicina solo en los Estados Unidos, pero no todas llevan a cabo investigaciones. Algunas de ellas están dirigidas solo a producir médicos clínicos. Otras, como la que estoy en la Universidad de Duke, producen tanto médicos como individuos como yo, llamados médicos científicos. En todo el mundo, hay muchas instituciones que están haciendo investigación biomédica.

¿Cómo pasó de ser cardiólogo a investigador científico?
Después de dejar los NIH, terminé mi formación clínica en Boston, en el Hospital General de Massachusetts, que es uno de los principales hospitales universitarios de Harvard. Siempre había planeado convertirme en cardiólogo, así que obtuve mi formación en Cardiología en el Hospital General de Massachusetts. Pero para entonces, en cierto sentido, ya me había picado, por así decirlo, el gusanillo de la investigación, por lo tanto también estuve investigando en el laboratorio de un mentor. Así que decidí combinar ambas carreras y ser médico y científico. Llegué a la Universidad de Duke, donde pasé realmente la totalidad de mi carrera independiente, llegué allí en 1973 y monté mi laboratorio, pero también hice trabajo clínico viendo pacientes y enseñando a residentes e internos cómo ser médico. El primer año que estuve allí, diría que pasé del 50% al 60% de mi tiempo en el laboratorio y tal vez del 40% al 50% de mi tiempo haciendo trabajo clínico. Pero muy rápidamente, la investigación comenzó a explotar y estábamos haciendo descubrimientos significativos, por lo que me encontré pasando más y más tiempo en el laboratorio. Diría que en los siguientes tres o cuatro años, pasaba el 85% o el 90% de mi tiempo en el laboratorio, y solo el 15% más o menos viendo pacientes. Muy rápidamente me transformé en alguien que básicamente estaba siendo un científico el 90% del tiempo.

La creatividad está muy asociada a las artes; sin embargo, ¿cuánto de creatividad requiere el trabajo científico?
Es una muy buena pregunta. Supongo que depende de lo que uno esté tratando de hacer. Si está interesado en hacer descubrimientos realmente importantes que tengan la posibilidad de transformar la forma en que se atiende a los pacientes en enfermedades particulares o comprender qué causa ciertas enfermedades o cosas por el estilo, requiere mucha creatividad. Tienes que pensar fuera de la caja y tienes que tomar riesgos, esto requiere una buena dosis de creatividad y coraje. Por otro lado, no toda la investigación científica requiere este nivel de creatividad. Después de que algunos científicos logran avances, muchos otros generalmente los siguen, haciendo un trabajo menos creativo, pero confirmando los descubrimientos originales y extendiéndolos de manera incremental. Y ambos tipos de ciencia son importantes para el progreso general de la empresa. Con lo cual me refiero tanto a la investigación revolucionaria como a la investigación de seguimiento.

Escuchá la entrevista completa en Radio Perfil FM 101.9.

por Jorge Fontevecchia

Galería de imágenes

Comentarios

Espacio Publicitario

Espacio Publicitario