En su columna “¿Qué nos pasa con lo que está pasando?”, la psicóloga Guillermina Rizzo (Mat. 79.901) propone una reflexión profunda sobre el verdadero sentido de la escuela en un contexto social atravesado por la velocidad, la fragmentación y la incertidumbre.
¿Cómo sostener el lazo con los otros en medio del desmoronamiento social? ¿Cuál es el rol de la escuela en un tiempo donde todo parece acelerado y descartable?
Desde una mirada que recupera el pensamiento de Silvia Duschatzky, Rizzo subraya que la escuela no es solo un edificio, sino una construcción cultural, emocional y social que permite la experiencia de lo común.
Más que un lugar de transmisión de contenidos, la escuela —dice— debería ser una pausa: un espacio para el error, la reflexión, el vínculo, lo no previsto… y también para lo diverso.
En momentos donde lo público es cuestionado y los lazos sociales se debilitan, la escuela se convierte en un espacio de cuidado, cobijo y posibilidad.
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