En 1946 el General Juan Domingo Perón ganó las elecciones presidenciales con un eslogan que bien podría considerarse como el nacimiento del marketing político moderno en la Argentina.
Braden o Perón sintetizó de manera tan brillante como brutal la madeja de contradicciones que enredaba el escenario político argentino. Y aunque ese nudo ideológico sin desatarse desde entonces, la eficacia electoral de aquella consigna simplificadora resuena hasta hoy, cuando la discusión local sobre las vacunas del laboratorio Pfizer cabe en la grieta que una vez más marcará el debate previo a las urnas.
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