Friday 26 de April de 2024
Perfil

Nicaragua, de la revolución de los poetas al poder de alcoba

PODCASTS | Por Edi Zunino | 17 de August 12:12

El viernes pasado dejó de salir en papel el diario “La Prensa”, en Nicaragua. Había sucedido lo mismo hace poco con el matutino popular “Hoy”, de la misma editorial, y así el país centroamericano se convirtió en el primero del mundo sin un solo periódico impreso en la calle. Pese a que ambas marcas siguen circulando por internet, el fin de los diarios nicaragüenses no significa el triunfo definitivo de la revolución tecnológica, sino que, más bien, simboliza tal vez el cierre más perfecto del fracaso absoluto de la Revolución Sandinista. El gobierno de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo ahogó a La Prensa reteniendo sin explicación oficial alguna el abastecimiento de papel y otros insumos básicos.

Parece un capricho del destino, pero la ofensiva final del Frente Sandinista de Liberación Nacional para el derrocamiento de la dinastía de los Somoza el 19 de julio de 1979 se había iniciado un año y medio antes, tras el asesinato de Pedro Joaquín Chamorro, director de La Prensa convertido por muerte en un emblema de las hasta entonces inexistentes libertades democráticas. Aquel crimen fue la chispa de la que se dio en llamar “la revolución de los poetas”, por la marcada presencia de escritores e intelectuales entre sus principales dirigentes. Eso incluyó a la poetisa Rosa Murillo.

A no mucho de andar, aquel primer gobierno de Daniel Ortega –sostenido en el creciente poder del Ejército Popular Sandinista, al mando de su hermano Humberto- empezó a dar señales de estar virando a una mala copia del modelo cubano, con los hermanos Fidel y Raúl Castro controlando la política y las armas. Diez años después de la toma del poder, Ortega, jaqueado por la contrarrevolución armada –financiada por los Estados Unidos y adiestrada incluso por militares argentinos- y las protestas sociales, debió llamar a elecciones libres. Perdió por 15 puntos de diferencia contra la viuda de Chamorro, Violeta. El diario La Prensa fue sustancial en su campaña.

Ortega volvió al gobierno por las urnas en 2007. Ya fue reelecto dos veces y espera repetir con 76 años. Nada queda, salvo algunas consignas, de aquel romanticismo original. El amor de Daniel y Rosario mutó en un régimen híper personalista, paranoico y represivo. El final de La Prensa en papel es apenas la conclusión de un proceso de casi ya tres años en que todos los referentes de la oposición cayeron presos. Y no lo dice el imperialismo yanqui. El propio Humberto, su hermano y otrora brazo armado, dijo hace muy poquito: 
"Los detenidos no son terroristas, no han atentado contra la estabilidad de este país. Simplemente son opositores que tienen sus puntos de vista como los tengo yo. Yo he criticado con toda firmeza y respeto al actual gobierno y no por eso voy a ser catalogado ahora de terrorista o traidor a la patria. Decretar un indulto o una amnistía mandaría un gran mensaje para demostrar que se quiere avanzar en la dirección correcta y que la comunidad internacional lo tome en cuenta".
Ahora, el que acaba de romper un relativo silencio autoimpuesto durante años es el escritor Sergio Ramírez, que fue vicepresidente de Ortega en los 10 años de la revolución y derrotado junto a él por Violeta Chamorro en las elecciones de enero de 1990.

“Estamos viviendo en Nicaragua tiempos de emergencia: el hecho de que a un país le sea negada la democracia habla de una emergencia, y que la amenaza del futuro sea la prolongación de una dictadura familiar lo vuelve más emergencia aún. Ya no llevo vida política, ese es un tiempo que para mí ya pasó. Pero no solo soy un observador, sino que soy un crítico de lo que ocurre en mi país porque no estoy conforme y siento que, si tengo una voz, debo usarla para contarle a la gente qué es lo que está pasando. Y lo que está pasando es intolerable. Por eso creo que en tiempos de emergencia uno no puede callarse, uno no puede usar el pretexto de que es un escritor de ficciones para no hablar de las realidades si son tan violentas como las que se están produciendo hoy en día”.

Ramírez está presentando nuevo libro, un policial titulado “Tongolele no sabía bailar”, tercera pata de una trilogía. El protagonista es, por tercera vez el inspector Morales, alguien que, según parece, tiene bastante del autor. Lo cito:
“El inspector Morales viene a ser una suerte de alter ego de mí mismo. Tiene otra personalidad, pero sus desencantos y los míos pertenecen al mismo ámbito, así que yo interpreto a través de Morales un desengaño que no es solo mío sino de toda una generación que ha visto a la revolución no solo envejecer sino descomponerse y convertirse en un cadáver que huele mal, que está ahí, expuesto al sol. Él va contemplando a lo largo de las tres novelas esos acontecimientos y participa en ellos a través de historias que dejan de ser policiacas para ir transformándose en narraciones que de alguna manera son políticas”.

El régimen de alcoba personificado en el maridaje Ortega-Murillo tiene demasiados testigos calificados como para andar discutiendo semánticamente la palabra dictadura. Igual, déjenme cerrar con un fragmento de un poema de la misma Rosario Murillo: “Soy la furia del tiempo sin cabeza / como una cara sin rostro / o un final de amores sin espejos. / Viva vivo y he vivido en el barro / a través de los ríos y las estaciones / y las capas geológicas y erupciones / y los sinfines de culturas que no acaban / y las que apenas principian en medio de todo el ruido / yo, mujer, cargo la furia de amamantarte / y amarte /
hombre de barro, mi esclavo y mi señor”.

por Edi Zunino

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