Se creó durante el gobierno de Arturo Frondizi y tuvo como objetivo convertirse en un centro de investigación y experimentación cultural. Fue un proyecto familiar subvencionado por empresas extranjeras como Rockefeller y Ford, siendo su nombre elegido para homenajear al ingeniero Torcuato Di Tella.
Situado en la calle Florida al 900, tenía varias salas de exposición, un auditorio para más de 200 espectadores y un centro de experimentación audiovisual. Allí se presentaron numerosos jóvenes talentosos de diversos ámbitos artísticos que, posteriormente, fueron conocidos como “la Generación del Di Tella”. Participaron, entre otros, Antonio Berni, Pérez Celis, Clorindo Testa, León Ferrari y Marta Minujin.
En algunas de sus obras de teatro se incorporaron recursos novedosos, como ser la utilización, por primera vez, de imágenes audiovisuales en el escenario o el fomento de la participación del público.
En sus tablas debutaron artistas desconocidos, en ese momento, como Nacha Guevara, Les Luthiers y Hugo Midón, entre otros.
En el Di Tella también funcionó el Centro Latinoamericano de Altos Estudios Musicales, un espacio de aprendizaje de relevancia internacional, creado por Alberto Ginastera, siendo su laboratorio de música electroacústica pionero en cuanto a experimentación de sonidos.
Ya en sus inicios, el Di Tella contó con una excelente colección de pintura, escultura y fotografía, en la que se utilizaban materiales y recursos novedosos. Su Centro de Artes Visuales instituyó premios nacionales e internacionales y otorgó numerosas becas de formación en el exterior.
Entre el 65 y 70 tuvo sus mejores años, recibiendo numerosos reconocimientos nacionales e internacionales por su destacada labor en todos los campos del arte, actividad que quedó trunca con su clausura en 1970, durante el gobierno de facto de Juan Carlos Onganía.
Guión de Javier Pasaragua y locución de Pita Fortín.
por Javier Pasaragua
Galería de imágenes
Comentarios