Fue fundado por el español Francisco Antonio Cabello y Mesa, quien en 1789 había viajado desde el viejo continente al floreciente virreinato del Perú para probar suerte.
El 1 de octubre de 1790 editó el primer periódico en Lima, pero debió cerrarlo luego de una fuerte competencia que surgió con la aparición de una publicación similar.
Para septiembre de 1800 ya se encontraba en Buenos Aires que, por esos años, era apenas una aldea habitada por 40 mil personas.
Al mes siguiente, le solicitó al virrey Marqués de Avilés autorización para la publicación de un periódico, pero pidió que fuera el único en Buenos Aires.
En noviembre el virrey dio el visto bueno luego de asegurarse el respaldo de la alta sociedad, de la participación de españoles cristianos y de la prohibición de negros, mulatos, chinos o mestizos.
Marqués de Avilés también le advirtió a Cabello y Mesa “suma moderación” al opinar sobre religión y política.
Con todos estos condicionamientos, el primer número vio la luz el 1 de abril de 1801 y sus ejemplares, de 16 páginas, se imprimieron en la Real Imprenta de Niños Expósitos, la única existente por aquel entonces en la ciudad de Buenos Aires.
Su redacción estaba en la actual calle Reconquista al 200, al lado de la Iglesia de La Merced, donde colaboraban Manuel Belgrano, Juan José Castelli y Luis Chorroarín, entre otros.
El tesorero era Antonio José Escalada -futuro suegro de José de San Martín-, contaba con un tipógrafo, una persona que cobraba las suscripciones y otras dos que se encargaban de la distribución.
Al principio, los suscriptores locales eran 246 que incluía a Buenos Aires y a 17 pueblos del interior del virreinato; y el mayor número de suscriptores del exterior estaba en Montevideo, con 25.
La suscripción era de 2 pesos mensuales para los porteños; la del interior, 20 reales por cuatro meses, los extranjeros debían abonar en oro y todos los pagos debían ser por adelantado.
En los primeros seis meses, El Telégrafo Mercantil comenzó saliendo dos veces por semana, miércoles y sábado. Luego solo los domingos, aunque con más páginas.
En total, se editaron 110 números, dos suplementos y 13 ejemplares extraordinarios.
El contenido periodístico giró en torno a noticias comerciales, datos sobre navegación, noticias de Europa, poesías, opiniones de lectores y avisos clasificados, en donde se ofrecían -en un mismo nivel- casas, carruajes y esclavos.
Con el correr de los meses, el número de suscriptores se estancó y las dificultades económicas no demoraron en llegar.
Algunos artículos no cayeron bien en las autoridades políticas y causó revuelo en la Iglesia Católica una crítica a los curas de las Sierras del Perú por la forma en que aplicaban sus votos de castidad.
El representante local del tribunal de la Inquisición protestó, solicitó el secuestro de todos los ejemplares y el virrey Joaquín del Pino -que había asumido en mayo de 1801- le quitó la licencia; lo que significó el fin del periódico.
El 17 de octubre de 1802 se publicó por última vez “El Telégrafo Mercantil”.
- La historia también es noticia en Radio Perfil. Guion de Javier Pasaragua y locución de Pita Fortín.
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