Thursday 18 de April de 2024
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Eduardo Levy Yeyati: "Tenés que gobernar pensando que vas a perder la elección, bancándote ese escenario"

PODCASTS | Por Jorge Fontevecchia | 06 de June 16:51

El economista y académico, exjefe del BCRA durante la resolución de la crisis de 2002, forma parte de los especialistas de JxC que representan al radicalismo y explica el plan de estabilización que prepara la oposición en caso de llegar al gobierno en diciembre. Habla de las reformas que hay que hacer y las contradicciones entre comunicar lo que cree que “es la verdad”, y que eso no termine alejando a los votantes.

¿Es posible hacer un plan económico que sea correcto, satisfaga las necesidades y, al mismo tiempo, sea aplicable y no sea resistido por la sociedad, que finalmente lo torne inaplicable? 
Depende de la naturaleza del programa. La respuesta breve es sí. Si no, no estaríamos pensando en un programa, que en alguna medida es un cambio de régimen. Es un programa de cambios profundos. A priori es sí, porque si el programa efectivamente es de cambios profundos, seguramente va a tener el siguiente efecto, va a estar modificando, alterando algunos privilegios o negociaciones específicas individuales o con un grupo de interés, para beneficio del país. Y en la mayoría de los casos, el país no sale a apoyar el programa, pero el grupo de interés que se vea afectado posiblemente proteste. Eso es totalmente natural, eso no lo hace necesariamente inaplicable. En todas partes del mundo, cuando hay una reforma, hay protestas más o menos razonables. Uno tiene que aprender a vivir con eso. Hay que aprender a convivir con la protesta y con la falta de apoyo inicial, que cualquier reforma profunda suele tener, no solo en la Argentina. 

¿Se pueden ganar las elecciones con una promesa de ese tipo? 
No, las elecciones se ganan con una promesa positiva. Se ganan explicándole a la gente que hoy la Argentina está muy desalentada y con razón. A mí, a veces, me pasa que tengo que volver a repensar el contexto y las oportunidades argentinas para ilusionarme, entusiasmarme. Entiendo que hay mucho desaliento. A la gente votante hay que explicarle que nosotros podemos estar mucho mejor en un tiempo relativamente corto. Entonces, esa promesa es del punto de llegada, es la promesa de lo que vas a obtener, de lo que va a mejorar, lo que va a cambiar para mejor. Eso hay que explicarlo muy bien, porque de tanto fracaso la gente no te cree. Pero lo cierto es que nosotros con una secuencia de malas praxis, nos hemos desviado de un camino potencial. Pensarlo de esa forma, como en una crisis. Viste que en la crisis lo que sucede es que la producción, el producto, la actividad caen, pero las máquinas están, no están siendo utilizadas, entonces, el rebote es relativamente rápido cuando empiezan a ser utilizadas esas máquinas, esa capacidad ociosa. Nosotros tenemos desarrollado el ocio. Podríamos haber crecido mucho más, y por nuestras malas políticas no crecimos, corregimos las políticas y aun antes de crecer tenemos una equiparación, una recuperación que es casi inmediata. O sea que los beneficios de hacer las cosas bien, son mucho mayores de lo que la gente percibe. Y eso sí hay que explicarlo muy claramente en la campaña.

¿Qué te pasa cuando escuchás o leés a Jaime Duran Barba, que dice: “Nadie gana una elección en ninguna parte del mundo prometiendo ajuste”? 
Me parece que es una frase muy corta, hay que contextualizarla. Tampoco diría que uno tiene que mentirle a la gente. La gente creo que sabe, percibe qué es lo que se tiene que hacer. Sin ir más lejos, basta escuchar a Cristina para darse cuenta de que la situación es muy mala, ni siquiera la tengo que contar yo. Entonces, tampoco hay que enfatizar todo lo que la gente percibe qué efectivamente tenés que hacer. Eso no implica mentir, no implica prometer el salariazo para después hacer un recorte del salario real, sino implica hacer lo opuesto. Pero creo que sí vale la pena un esfuerzo de comunicación para explicar por qué tenemos que consolidar las cuentas públicas, por qué tenemos que bajar la inflación, por qué tenemos que hacer reformas estructurales que hace treinta años que no hacemos. Porque la última ola de reformas fue a principios de los 90. Lo tenemos que hacer, porque esto es lo que garantiza que nosotros recuperemos las oportunidades perdidas. Ahora, si vos solo le contás que lo primero que hay que hacer es un ajuste sin darles la racionalidad de ese ajuste; finalmente, uno quiere bajar la inflación para que se produzca más. Le estás contando la mitad de la historia, la peor mitad. Entonces, eso sí no lo recomendaría. 

En esta misma serie de entrevistas, una de las precandidatas a presidenta, Patricia Bullrich, planteó que no había que pensar siquiera en ganar las elecciones de medio término, sino que hay que tener una mirada de mediano y largo plazo, en cuyo caso se infiere que los beneficios recién se percibirían en 2026/2027. ¿Se plantean el problema que el cuerpo de la sociedad no lo vaya a soportar? 
Calificaría lo que, según vos, dijo Patricia, por dos razones. Primero, porque eso lo vengo diciendo hace varios años, me gratifica que lo haya dicho. Uno no puede, como líder político, asumir en este sistema bianual que tenemos de elecciones, asumir pensando en tu apoyo o las imágenes de los próximos meses, pensando en que dentro de dos años hay que ganar la elección. Ese horizonte es muy corto. Tenés que gobernar pensando que vas a perder la elección, bancándote ese escenario. Ahora, eso no implica que vas a tardar cuatro años en ver los méritos de tu tarea, porque la inflación debería caer en el segundo semestre o hacia fin de año, para evitar el segundo semestre, que es una cosa que quedó tachada del discurso político. Rápidamente, vas a ver los beneficios, entonces, si hacés las cosas bien sin mirar el marcador, por ahí ganás las elecciones de medio término, pero no tenés que subordinar tus políticas a ganar las elecciones de medio término, que creo que fue lo que hizo equivocadamente Cambiemos en 2016 y 2017. Eso, por un lado. Iría más lejos; lo natural es que pierdas como gobierno que es reformista, que pierdas imagen los primeros meses. O sea, tener coraje en la Argentina no es, a mi modo de ver, hablar fuerte y a los gritos en un canal de televisión, es bancarte la pelota. Hay una analogía que hace Barack Obama entre la política pública o la política y el fútbol americano, dice: “El político es como el quarterback, el tipo que recibe la pelota, y mientras el equipo que me enfrenta manda tipos grandotes para bajarme y la defensa trata de pararlos, yo no tengo que mirar a los atacantes, no tengo que mirar la coyuntura, tengo que mirar el pase largo, tengo que tratar de meter la diagonal, de meter el pase”. Tener huevos es bancar esa pelota. Eso sí creo que es inevitable si queremos reformar la Argentina.

¿Creés que la sociedad argentina lo va a soportar? 
Espero que sí, yo creo que sí. Hay que comunicarlo bien, tener muchísima atención con lo que yo llamaría el impacto social, el impacto de las medidas sobre sectores que son muy vulnerables y más importante aún, sectores a los cuales el sector público no les llega directamente, porque nuestro sector público llega a los que están registrados, a los que tengo en la base, pero hay muchos otros que quedan fuera de la red. Hay que ser muy cuidadoso para que el programa de reformas sea equitativo. Para cuidar a los tipos que están más expuestos, pero estoy seguro que se puede hacer. Estoy seguro de que la población argentina, si uno va con la suficiente franqueza en la comunicación, no con brutalidad, lo va a bancar. Sí. 

Escuchá la entrevista completa en Radio Perfil

por Jorge Fontevecchia

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