Monday 6 de May de 2024
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Día de la Virgen: una charla inquietante entre Jesús y su Padre

PODCASTS | Por Edi Zunino | 08 de December 11:00

En estas fechas tan especiales, sigo el hilo abierto ayer con otro fragmento de “El evangelio según Jesucristo”, del Premio Nobel de Literatura, José Saramago, que murió hace 10 años. Acá están conversando Dios y Jesús (hay una inquietante presencia del Diablo en el ambiente):

-Si cumples bien tu papel, es decir, el papel que te he reservado en mi plan, estoy segurísimo de que en poco más de media docena de siglos, aunque tengamos que luchar, yo y tú, con muchas contrariedades, pasaré de dios de los hebreos a dios de los que llamaremos católicos, a la griega.
-¿Y cuál es el papel que me has destinado en tu plan?
-El de mártir, hijo mío, el de víctima, que es lo mejor que hay para difundir una creencia y enfervorizar una fe.
Las dos palabras, mártir, víctima, salieron de la boca de Dios como si la lengua que dentro tenía fuese de leche y miel, pero un súbito hielo estremeció de horror los miembros de Jesús, parecía que la niebla se hubiese cerrado sobre él, como si el Diablo lo mirara con expresión enigmática, mezcla de interés científico e involuntaria piedad.
-Me dijiste que me darías poder y gloria -balbuceó Jesús, temblando aún de frío.
-Y te los daré, te los daré, pero recuerda lo que acordamos en su día, lo tendrás todo, pero después de la muerte.
-¿Y de qué me sirven poder y gloria si estoy muerto?
-Bien, no estarás precisamente muerto, en el sentido absoluto de la palabra, pues siendo tú mi hijo estarás conmigo, o en mí, aún no lo tengo decidido de manera definitiva.
-En ese sentido que dices, ¿qué es no estar muerto?
-Es, por ejemplo, ver, siempre, cómo te veneran en templos y altares, hasta el punto, puedo adelantártelo ya, de que las personas del futuro olvidarán un poco al Dios inicial que soy, pero eso no tiene importancia, lo mucho puede ser compartido, lo poco no. 
Jesús miró al Pastor, lo vio sonreír y comprendió.
-Ahora entiendo para qué está el Diablo, si tu autoridad se prolonga a más gente y a más países, también se prolongará su poder sobre los hombres, pues tus límites son sus límites, ni un paso más, ni un paso menos.
-Tienes toda la razón, hijo mío, me alegro de tu perspicacia, y la prueba de eso la tienes en el hecho, en el que nunca se repara, de que los demonios de una religión no pueden tener acción alguna en otra religión, como un dios, imaginando que hubiera entrado en confrontación directa con otro dios, no lo puede vencer ni por él ser vencido.
-Y mi muerte, ¿cómo será?
-A un mártir le conviene una muerte dolorosa y si es posible infame, para que la actitud de los creyentes se haga más fácilmente sensible, apasionada, emotiva.
-No vengas con rodeos, dime cuál va a ser mi muerte.
-Dolorosa, infame.
-Como mi padre.
-Tu padre soy yo, no lo olvides.
-Si puedo todavía elegir un padre, lo elijo a él, incluso habiendo sido él, como fue, infame una hora de su vida.
-Has sido elegido, no puedes elegir.
-Rompo el contrato, me desligo de ti, quiero vivir como un hombre cualquiera.
-Palabras inútiles, hijo mío, aún no te has dado cuenta de que estás en mi poder y de que todos esos documentos sellados a los que llamamos acuerdo, pacto, tratado, contrato, alianza, en los que figuro yo como parte, podían llevar una sola cláusula, con menos gasto de tinta y papel, una que prescribiese sin más florituras. Todo cuanto la ley de Dios quiera es obligatorio, las excepciones también, ahora, hijo mío, siendo tú, de cierta y notable manera, una excepción, acabas siendo tan obligatorio como es la ley, y yo que la hice.
-Pero, con el poder que sólo tú tienes, sería mucho más fácil, y éticamente más limpio, que fueras tú mismo a la conquista de esos países y de esa gente.

—No puede ser, lo impide el pacto que hay entre los dioses, ese sí, inamovible, de nunca interferir directamente en los conflictos, me imaginas acaso en una plaza pública, rodeado de gentiles y paganos, intentando convencerlos de que el dios de ellos es un fraude y que el verdadero Dios soy yo, esas no son cosas que un dios le haga a otro, aparte de que a ningún dios le gusta que le hagan en su casa aquello que sería incorrecto que él hiciese en casa de los otros.
-Entonces os servís de los hombres.
-Sí, hijo mío, sí, el hombre es, podríamos decir, palo para cualquier cuchara, desde que nace hasta que muere está siempre dispuesto a obedecer, lo mandan para allá y él va, le dicen que se pare y se para, le ordenan que vuelva atrás y él retrocede, el hombre, tanto en la paz como en la guerra, hablando en términos generales, es lo mejor que le ha podido ocurrir a los dioses.
-¿Y el palo de que yo fui hecho, siendo hombre, para qué cuchara servirá, siendo tu hijo?
-Serás la cuchara que yo meteré en la humanidad para sacarla llena de hombres que creerán en el dios nuevo en el que me convertiré.
-Llena de hombres para que los devores.
-No es necesario que yo devore a quien a sí mismo se devorará.

Jesús hundió los remos en el agua y dijo:
-Adiós, me voy a casa.
Jesús dio media vuelta a la barca, en dirección ahora a la orilla de donde había partido, y con golpes de remo fuertes y acompasados, entró en la niebla, tan espesa que en el mismo instante dejó de verse a Dios, y del Diablo ni señal. Se sintió vivo y alegre, con un vigor fuera de lo común.

por Edi Zunino

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