Después de tensar la cuerda durante meses, Sergio Berni anunció que ya no forma parte de ninguna estructura orgánica del kirchnerismo. Por ahora, sigue de ministro, pondera la Gestión Kicillof y prometió no toquetear la carga simbólica de Cristina Kirchner. Simplifiquemos señalando que Berni se hace el loco, pero no come vidrio: sin valorar al gobernador ni guardar una estampita de La Jefa, se quedaría sin pasado y sin presente, que siempre funcionan como carné de identidad y trampolín.
Berni cree haber entendido el ascendente desapego social a la política, que hoy en nuestro país se desarrolla, por ahora sin techo, en el fenómeno sintetizado en la figura desencajada de Javier Milei y su tómbola salarial. Lo que diferencia a Berni de los demás alarmados por lo que supuestamente les vino a “robar” el economista mediático es que no hace alharaca y le pone el cuerpo, como si fuese su misión –en línea, desde luego, con su proyecto propio- montar un dique de contención a las fugas por “derecha” -y más allá de la derecha y la izquierda- que genera Milei.
Que el primer ganador de la dieta del “libertario” la ganara un simpatizante K le rompió la cabeza. Terminó de confirmar que, allá abajo, ya ninguna frontera es clara y Milei dice muchas cosas que mucha gente, sobre todo joven, quiere escuchar. Por lo bajo, Berni sostiene que el sistema político en su conjunto le viene dando la razón a ese personaje, que parece salido de la serie Black Mirror, sobre las culpas de “la casta”.
Por eso, subordinarse dejó de ser lo suyo. Aunque parece tener claro que quedarse solo del todo en la jungla lo pondría demasiado a merced de los leones: su expedición de francotirador por los márgenes del sistema, donde todo se vuelve tan rebatible como primitivo, por ahora persigue ampliar y contener. Claro que, al mismo tiempo, muchos “compañeros” ya lo metieron en la bolsa de los “peligrosos”. Cosa que a él no le disgusta nada.
Anoten esto, aunque suene demasiado enigmático: el lunes que viene, cuando caiga la noche, Berni y Milei van a pasar por la misma tribuna televisiva.
por Edi Zunino
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