Friday 26 de April de 2024
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Alejandro Slokar: "En el aparato judicial hay una fuerte tradición conservadora retrógrada"

PODCASTS | Por Jorge Fontevecchia | 17 de February 17:13

Quien preside el segundo tribunal en importancia del país se declara orgulloso fundador de Justicia Legítima y heredero de la cátedra de Eugenio Zaffaroni. Aun así, mantiene una cordial relación con Horacio Rosatti, a quien asistió cuando estuvo en el Ministerio de Justicia. Dice que es una anomalía que no haya mujeres en la Corte Suprema y explica el vínculo siempre complejo entre política y derecho.

Usted habló de una “obsesión con la letra K”. ¿A qué la atribuye y cómo la define?
Desde distintos núcleos mediáticos existe desde siempre una pretensión de encasillar en términos antagónicos a un sector y otro de la Justicia. Y en esa lógica, se nos atribuye una pertenencia del orden partidario.

¿Es peyorativo?
No deja de ser una connotación de ese carácter en el sentido en que lo expresan algunos. En mi caso, la condición K no creo que sea por mi apellido, o porque paseo en kayak. Quizás, se evoque en mi tránsito en la administración de Néstor Kirchner. Fui primero Subsecretario de Política Criminal, luego Secretario de Política Criminal y Asuntos Penitenciarios del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación. Colaboré con todos los ministros. Quien me convocó fue Gustavo Beliz, pero luego también Horacio Rosatti, con quien guardamos una relación desde entonces de respeto mutuo, que es también de estima recíproca. Luego seguí con el arribo de Alberto Iribarne, Aníbal Fernández, hasta la llegada de Julio Alak. Allí regresé a mi función primigenia originaria, la judicial. Soy judicial desde hace más de cuatro décadas. Llevo más de cuarenta años de desempeño.

¿Comenzó a los 19 años?
A los 18, cosiendo expedientes. Peor, ordenando lo que era un garage que oficiaba de archivo en Morón. Ni siquiera cosiendo legajos, sino tratando de limpiar el piso. Desde entonces, transcurrí prácticamente por todos los cargos del escalafón. Creo que transité todo el cursus honorum y desde hace diez años me desempeñé como juez del máximo Tribunal Penal del país, que tiene a su cargo delitos de naturaleza compleja, trascendentes. Me siento orgulloso de mi desempeño cuando fui convocado. El aporte que realicé desde el punto de vista técnico en los seis años me permitió sumar en una tarea macro que facilita el entendimiento de la complejidad de todo sistema penal en cualquier país.  

Usted dijo: “Frente a situaciones desdorosas evalué que no había lugar para la anomia ética”. ¿Cuánto de la patología y de las fallas del sistema judicial son debidos a la anomia ética, cuánto a la ideología u otros factores?
No debe analizarse desde el punto de vista de la integridad de los magistrados, del funcionamiento con ajuste a las normas. Finca en cuestiones de orden estructural. Sería quizás banalizar la naturaleza del problema abordarlo desde el orden de las personas. Hablar de patología me resulta interesante, porque trasciende lo morfológico. Alguien podría decir que el funcionamiento es deficitario. Pero cuando anida una patología está claro que se empieza a modificar el funcionamiento de esa maquinaria. Es diagnóstico, pero también pronóstico de tratamiento, es sortear la descalificación en términos personales. Con mayores o menores virtudes, el mundo judicial es un todo heterogéneo, nada compacto.

Escuchá la entrevista completa en Radio Perfil FM 101.9.

por Jorge Fontevecchia

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