Friday 26 de April de 2024
Perfil

Y Artigas se puso de moda, nomás: la carta de San Martín que secuestró el gobierno

PODCASTS | Por Edi Zunino | 02 de November 14:28

Y un día, José Gervasio Artigas se puso de moda. ¿Por qué digo “de moda”? Vamos por partes:
1)    El “Proyecto Artigas” de Juan Grabois se discute hasta en los programas de la tarde, ya sea porque el Presidente de la Nación no lo considera para nada descabellado o porque a los opositores les dan risa los perejiles y los apios plantados a mano por aquellos tardíos “artiguistas”en el campo disputado por los Etchevehere.
2)    La bandera celeste y blanca cruzada por una franja roja va y viene, flameando por todas las pantallas en manos de gente que se pelea con el mismo símbolo delente. Muchos no saben que es la enseña provincial de Entre Ríos; pero menos aún saben que es un símbolo patrio uruguayo, la Bandera de Artigas; y menos que fue el primer pabellón del Partido Federal, el de antes, el del principio, cuando nos empezamos a matar entre nosotros, literalmente.
3)    Nos cierran Uruguay para el verano, estamos más atentos a lo que pasa allá y vemos que el Pepe Mujica y Don Julio Sanguinetti se despiden del Senado aplaudidos de pie, los dos reivindicando por izquierda y por derecha a José Gervasio Artigas, el “General de Hombres Libres” que hasta estos días la memoria argentina tenía prácticamente borrado, pese a que está entre nuestros próceres. Ausente. Olvidado. Inconveniente. Provocador o lo que sea, pero acá estuvo y ahí está, con su escudo de armas que dice “Con libertad no ofendo ni temo”. Y para encontrarlo calle tenemos que andar hasta la Plaza Flores, donde se cruza con Rivadavia, como lo hizo en vida, cuando no era cartel y se peleaban fuerte.
En eso también estaba del mismo lado que José de San Martín. Y ya no hablo de calles. Hablo de la desobediencia al poder porteño que, cada uno a su manera, representaron San Martín y Artigas en este confín del mundo.

Cerrada la primera instancia del Congreso de Tucumán -donde orientales, entrerrianos, santafesinos, correntinos, misioneros y cordobeses no fueron- el gobierno porteño le ordenó a San Martín -que había impulsado la Declaración de la Independencia como carta institucional para irse a pelear a Chile y a Perú- que se volviera para combatir a Artigas y al santafesino Estanislao López y al entrerriano Pancho Ramírez y al cordobés Juan B. Bustos y demás. San Martín no sólo se negó: apuró el cruce de Los Andes que, visto así, habría sido un enorme acto de insubordinación hacia quienes querían usar la misma carta, la de la Independencia, pero para olvidarse del enemigo externo y consolidar su poderío en una guerra civil.

Por aquellos meses, San Martín le escribió una carta a Artigas y en casi los mismos términos a López, pero al primero nunca le llegó porque el correo fue interceptado. Decía así: 
“Mi más apreciable paisano y señor: no puedo ni debo analizar las causas de esta guerra entre hermanos. Y lo más sensible es que siendo todos de iguales opiniones en sus principios, es decir, de la emancipación e independencia absoluta de España. Pero sean cuales fueran las causas, creo que debemos cortar toda diferencia y dedicarnos a la destrucción de nuestros enemigos, los españoles, quedándonos tiempo para transar nuestras desavenencias como nos acomode, sin que haya un tercero en discordia que pueda aprovechar estas críticas circunstancias. Mi sable jamás saldrá de la vaina por opiniones políticas. Cada gota de sangre americana que se vierte por nuestros disgustos me llega al corazón. No tengo más pretensión que la felicidad de la Patria. En el momento en que ésta se vea libre, renunciaré al empleo que obtenga para retirarme, teniendo el consuelo de ver a mis conciudadanos libres e independientes”.

Detalle para nada menor de aquella mutua consideración: antes de ponerse a organizar los últimos preparativos para el cruce a Chile, San Martin mandó de vuelta a Buenos Aires a su esposa, Remedios Escalada. El carruaje salió de Mendoza con una custodia encabezada por José María Paz, que debía acompañarla solo hasta Córdoba. En sus impactantes memorias, el General Paz cuenta que su misión llegó hasta allí y que Remedios llegó viva a Buenos Aires gracias a las simpatías mutuas entre San Martin, el cordobés Bustos, el santefesino López y el oriental Artigas, también obsesionado por frenar a los portugueses. (A todos ellos, Paz, años más tarde, ya convertido en jefe militar unitario, pasó a considerarlos con desprecio gauchos salvajes y montoneros sin ninguna clase).

San Martín terminó autoexiliado en Francia. Artigas, exiliado con menos luces en Paraguay. Los dos murieron en 1850, uno en agosto y cuarenta días después el oriental. Son 170 años. “En unión y libertad” sigue siendo una utopía impresa en monedas sin valor.

por Edi Zunino

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