Minutos después de las siete y media de la mañana, Rafael “Junior” Solich, un alumno de 15 años de la escuela “Islas Malvinas”, se paró en el aula frente a sus compañeros de primer año con una pistola nueve milímetros que le había sacado a su padre suboficial de prefectura.
Al verlo, sus compañeros pensaron que era un arma de juguete y hasta algunos se rieron, pero Junior estaba serio, callado, inexpresivo. Segundos después, levantó la pistola y comenzó a disparar de izquierda a derecha matando a sangre fría a tres de sus compañeros, Federico Ponce, Sandra Núñez y Evangelina Miranda, e hiriendo a otros cinco. En medio de gritos y corridas desesperadas, Junior salió al pasillo, cambió el cargador y volvió a disparar, esta vez contra el kiosquero del colegio, sin lograr herirlo.
Su amigo Dante Pena se abalanzó sobre él, lo tiró al piso y le sacó el arma, mientras Junior lloraba desconsoladamente. A los pocos minutos, la policía local acudió al colegio, logró arrestar al atacante para luego trasladarlo a Bahía Blanca y ponerlo a disposición de la Justicia. Al iniciarse la causa, Rafael fue confinado a un centro de internación para jóvenes delincuentes en Ensenada.
Luego de ser declarado inimputable, Alicia Ramallo, la jueza que llevó el caso, se hizo cargo de su tutela y lo internó en un centro psiquiátrico juvenil en San Miguel, del que fue externado años después, pero continuó con su tratamiento. Su padre, Rafael Solich, fue condenado a 45 días de prisión por negligencia al dejar el arma al alcance de un menor.
El entonces presidente Néstor Kirchner calificó el episodio como “doloroso” y dispuso dos días de duelo nacional y se realizaron varias marchas en la ciudad bonaerense en homenaje a las víctimas. También, en todas las escuelas del país se realizó una jornada de reflexión en la que se debatió acerca del bullying y del maltrato escolar entre compañeros. Dos años después y a modo de homenaje, los compañeros de los alumnos asesinados por Rafael colocaron una placa en el aula con sus nombres e imágenes.
El 28 de septiembre de 2004, en Carmen de Patagones ocurrió la peor masacre escolar de Latinoamérica.
Guión de Javier Pasaragua y locución de Pita Fortín.
por Radio Perfil
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