Thursday 25 de April de 2024
Perfil

Yo voté a Herminio Iglesias a propósito (y apoyé a Luis Majul sin querer)

POLITICA | Por Edi Zunino | 13 de July 11:40

Es evidente que los periodistas y los medios no venimos atravesando el mejor momento de la historia. Ya no somos aquella “institución más creíble”, ya no somos la crema de un negocio claramente próspero y debemos reinventarnos todos los días para sobrevivir sin lastimar nuestra esencia de “buscadores de la verdad”.

Por eso, quiero contarles esto a título personal, porque las audiencias, a esta altura del partido, tienen todo el derecho del mundo a saber incluso qué tiene en la cabeza ese personaje cercano pero distante, conocido pero desconocido, visible pero invisible que es el periodista al que se eligió para recibir información a tal hora o en tal canal o radio o el soporte que sea…

El jueves pasado, Día de la Independencia, mientras cerraba mi columna sobre las Provincias Des-Unidas del Sur, Alberto Fernández iniciaba el acto oficial-virtual por el 9 de Julio y estaban tan todos ahí, presentes o vía Zoom, que casi me arrepiento del título, que intencionalmente marcaba que de la Declaración de la Independencia en Tucumán solo aprendimos a reproducir la guerra civil que la rodeaba.

Al rato me sentí mal en serio… Fue cuando comenzaron los ruidazos y las movilizaciones y empecé a notarme muy incómodo, al principio sin entender muy bien por qué. Llegué a esta conclusión:

Días antes, a pedido de un colega de TN al que le tengo un cariño casi paternal, firmé la solicitada de 300 periodistas contra las persecuciones y el espionaje. El texto me pareció tranqui, equilibrado para de dónde venía, y no quise ponerme en la vereda de enfrente.

¡Hombre grande! A las pocas horas de hacerse público, el texto ya era un arma política de un sector partidario al que no adscribo (porque lo lamento, pero no adscribo a ningún sector partidario) y en apoyo cerrado a un periodista al que también le tengo afecto, pero que no estaba mencionado en lo que firmé y quise presuponer que las personas a las que aprecio no están tan dispuestas a perder la elegancia, por lo menos tan fácil.

No me arrepiento, igual, ya no de haber firmado, sino de haber quedado parado donde ni pensé que podía quedar. Al revés que Jorge Luis Borges, creo haber comprobado en carne propia y varias veces que del ridículo también se vuelve. No voy a arrepentirme de haber firmado una solicitada que por lo visto estaba hecha a la medida de Luis Majul, si nunca me arrepentí, por ejemplo, de haber votado a Herminio Iglesias en 1983, cuando yo votaba por primera vez y recomenzaba la democracia. Hoy no haría lo mismo. Pero es una promesa retórica: no va a volver a pasar y, si pasara de nuevo, no tendría 20 recién cumplidos.

Ya lo dije en el prólogo de mi libro “Periodistas en el barro”: si algún día escribiera mis memorias, un titulo probable sería "Yo voté a Herminio Iglesias". Jamás sería "Yo firmé a favor de Majul". Si alguien escribe sus memorias, doy por hecho que será por autoestima y para pelear al menos un rinconcito en la Historia.

No me arrepiento, insisto, porque no puedo volver el tiempo atrás y porque la intención habrá sido mojigata pero no fue mala (y mucho menos demasiado trascendente). De todos modos, pido perdón con énfasis, con mucho énfasis, porque esa solicitada terminó formando parte de un clima espantoso que, ni más ni menos que un 9 de Julio, terminó provocando agresiones a dos equipos periodísticos del canal C5N. Dije dos, si si y no uno, porque uno se vio en tele en el Obelisco y el otro fue corrido a las puteadas en el barrio de Belgrano. Este segundo móvil que no se vio, tenía como cronista a Daniela Gian, que hasta hace muy poquito fue compañera nuestra en la revista Noticias y forma parte de mi equipo en el programa “El Infiltrado”.

Vivimos en un país peligrosamente cínico, hasta el ridículo, donde se agrede a periodistas en nombre de la libertad de prensa en el Día de la Independencia.

Y un país donde, tal vez porque firmé aquella solicitada de los 300, nadie me invitó a firmar la otra solicitada que ya firmaron más de 2.000 y que señala: “No cualquier crítica a un periodista puede ser considerada un ataque a la libertad de expresión”. La hubiera firmado también. Los periodistas no tenemos coronita: formamos parte del debate público, criticamos, así que somos criticables.

Mejor que no la firmé. Me temo que, ahora, tendría dos problemas de conciencia. La grieta esta que es gran negocio para muchos, tiene ese problema: te obliga a estar de un lado porque sos nada si estás un poco en cada uno y definitivamente no existís si no estás en ninguno de los dos.

Pienso que estaría bueno repensarnos un poco. La razón de ser de nuestro trabajo no radica en nuestro derecho a hablar, sino en el derecho de las personas a enterarse de lo que no les cuentan. De los hechos que les ocultan. Hechos comprobables, no prejuicios ni agravios dignos de aplauso en un circo romano. 

Estábamos hechos bolsa y llegó el coronavirus. Los medios (y los periodistas de verdad, los que informan más de lo que se enojan hacen enojar para sobrevivir) tenemos ante nosotros una prueba de fuego.  En vez de tirarnos con solicitadas, que son más leña al fuego, veamos cómo ser una parte racional de la solución y no un quiste sebáceo del problema.

 

por Edi Zunino

Galería de imágenes

Comentarios

Espacio Publicitario

Espacio Publicitario