Friday 19 de April de 2024
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Todos estresados: una reforma mental sería más urgente que la judicial

POLITICA | Por Edi Zunino | 20 de August 12:39

Hablaba con Facundo Manes, que vendría a ser algo así como mi neurólogo de cabecera, y me decía que el estrés social por la suma de pandemia y crisis está multiplicando cuadros de ansiedad extrema y depresión, y que ese efecto colateral del aislamiento prolongado se expresa con sus particularidades en las estructuras del Estado.

• Personal de salud ultra sobreexigido en la primera fila del combate (y del contagio).

• Personal policial fragmentado entre el control social, la ola de inseguridad en ascenso y sus propios brotes de brutalidad, en ciertos casos criminales.

• Docentes tan encerrados como cualquiera, pero forzados a trabajar a distancia con una tecnología que, en general, no enseñaban porque nunca la llegaron a aprender.

Los políticos, que en su inmensa mayoría viven de la política, también son estatales. Trabajan de organizarlos a todos los otros, de representarnos a nosotros y de administrar los recursos de todos. Al menos en teoría, con pandemia y sin plata, la función pública debería estar siendo más estresante que nunca. Y si el poder siempre generó su propio aislamiento microclimático, su propio ensimismamiento y, en síntesis, su propia “locura”, todo ese mambo también debería estar siendo mucho más grave hoy, tan anormal como está todo y encima con la vida y la muerte y la supervivencia en las manos.

Aunque muchas veces no parezca, los políticos también son personas comunes. Debería estarse midiendo el impacto psicológico de este momento crítico en la dirigencia, ya que son ellos quienes tripulan la nave. Sin demasiada metáfora: si la cabeza del país está estresada, eso nos va a afectar de una u otra manera. Más aún cuando hay soluciones que están generando nuevos problemas (novedosos problemas) y, de paso, profundizando otros que vienen de arrastre.

Me explico mejor… La tecnología posibilita, por ejemplo, que el Congreso funcione sin que los legisladores tengan que viajar sí o sí para reunirse. Eso es bueno. Pero, video-conferencias mediante, la tele-política se está volviendo más televisiva que nunca. Ya no es que “Intratables”, por ejemplo, simbolice a la política o la represente en modo teatro griego: la política es su propia versión original de “Intratables” en la supuesta vida real. En vivo, mejor dicho.

En las pantallas múltiples de la moda zoom, a la dirigencia se la ve muy estresada, con cara de cansancio, fóbica, obsesiva, de a ratos culposa, por momentos más enojada y cínica de lo habitual. Nadie está midiendo los efectos del estrés dirigencial en el estrés social. Ni los daños colaterales del mayor consumo de tele-política por obra del encierro.

El electrizante no-debate sobre la reforma judicial es una muestra bien visible de lo que parece ser pero no es. Porque ni siquiera se la entiende como discrepancia. Es ruido. Un show de sinrazones a la marchanta. Un juego inútil de auto-confirmaciones. La política se debe (nos debe) una reforma mental. Esa reforma sí que sería de necesidad y urgencia, pero no se la puede decretar.



 

por Edi Zunino

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