Thursday 28 de March de 2024
Perfil

Pandemia popular: El estigma estadístico

POLITICA | Por Edi Zunino | 12 de May 12:34

Hace cinco años exactos, Axel Kicillof era ministro de Economía de la Nación y sorprendió al país explicando que el gobierno de Cristina Kirchner había dejado de medir las cifras de pobreza en la Argentina porque el dato era “un poco estigmatizante”…

Hace un rato, Fernán Quirós, que es el actual ministro de Salud de la Ciudad de Buenos Aires, señaló que en el preocupante ascenso de casos de Covid-19 en los barrios más vulnerables porteños “hay cierto nivel de estigmatización”.

Está claro que, sin importar la ideología o la procedencia partidaria, la política se siente incómoda frente a las estadísticas. Sobre todo las que miden la pobreza o la incidencia de las enfermedades entre los más pobres, porque es difícil estar gobernando y no tener nada que ver con esos problemas esenciales para el éxito o el fracaso de una gestión.

Es importante advertir este problema, porque las estadísticas se están complicando mucho en materia de pobreza y en materia de salud pública, y si el problema terminara siendo algo parecido a manipular las estadísticas, todo lo que pareció estar más o menos bien encarado desde el arranque de la cuarentena para acá podría irse al tacho.

Los que gobiernan (Kicillof, Rodríguez Larreta, Alberto Fernández…) saben que toda mala cifra, juntas o por separado, se les va a cargar a su cuenta. Por eso siguen apostando al milagro de la unidad, la coordinación o el trabajo en equipo como remedio.

Estigmatizar es un verbo muy antiguo. Los griegos y después los romanos estigmatizaban a los delincuentes: los marcaban con hierros al rojo o con picas. No casualmente, el mito de muchos santos incluye la aparición de estigmas en los mismos lugares del cuerpo donde fue torturado Jesús, que terminó clavado a una cruz por el delito de reivindicar a los menesterosos.

Para el misticismo religioso, la estigmatización santifica. Para el practicismo político, que tampoco es científico, estigmatizar demoniza. Marca. Pero la verdad es que el valiosísimo sentido de la estadística nada tiene que ver con todo eso: la estadística bien entendida (y bien usada) debe servir para la prevención. La estadística vacuna. Y el sentido de la vacuna es mejorar la estadística.

Pues bien: sin vacuna, lo más fácil es asustarse por la estadística. Los barrios más humildes son una bomba atómica. Un Chernobyl social en potencia. El Diablo y el Buen Dios bailan, como en la obra de Sartre, pero al ritmo del coronavirus.

 

por Edi Zunino

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