Tuesday 23 de April de 2024
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Mario Ishii, en el Conurbano profundo: ¿y si hablamos en serio de “falopa”?

POLITICA | Por Edi Zunino | 28 de July 12:41

Supongamos que como el pobre Truman, el del show más conmovedor de Jim Carrey, todos y cada uno de nosotros estuviéramos siendo filmados por cámaras ocultas o indiscretos celulares de ocasión, y de golpe alguien decidiera subir esas grabaciones o parte de ellas a las redes sociales y de ahí fueran a parar a la tele… Si es verdad que nadie resiste un archivo de lo dicho, hecho y publicado con consentimiento, mejor ni siquiera pensemos los prestigios, los buenos nombres y los honores que se verían demolidos por los efectos patéticos o ridículos o demasiado espontáneos de lo hecho supuestamente fuera de cámara.

Con esto no pretendo decir, claro, que cualquiera podría ser enganchado reconociendo o echando en cara la vista gorda que le suele hacer a la distribución de “falopa” en ambulancias, más allá de que la “falopa” sea cocaína o clonazepam, ya que el tráfico de drogas ilegales no es lo mismo pero es igual que el tráfico ilegal de psicofármacos.

El problema de Mario Ishii es que le puso rostro, y encima un rostro conocido, polémico y bien peronista, a lo que muchos suponen y sólo a veces se logra (o se quiere) probar: el vínculo entre la política y el delito, para el caso en aquellos territorios ubicados al límite del alumbrado público. Ahora va a ser un juez el que determine la gravedad del hecho. Y está bien. Aunque también es cierto que pobre del juez, o al menos de su circunstancial prestigio, si el Caso Ishii queda en la nada, como sería previsible según los usos y costumbres de la propia política.

Varios peronistas que gobiernan se sintieron obligados a respaldar a Ishii, después de agarrarse la cabeza y mirar al cielo y preguntarse por qué justo ahora. Si, en el fondo, Ishii estaba haciendo lo correcto, por más áspero y hasta primitivo que resulte su estilo: les decía a los ambulancieros que laburen, que estamos en medio de una pandemia y justo ellos no pueden dejar de laburar.

En las formas y los contenidos de Ishii hay mucho Conurbano real, una dimensión desconocida que no justifica vistas gordas y mucho menos connivencias fuera de la ley, pero que transcurre donde la sociedad funciona como selva. Si Mario Ishii se mimetiza más de lo que transforma para emponcharse la intendencia de por vida, el problema de fondo no deja de ser su circunstancia. ¡Es el Gran Buenos Aires, estúpido!  

“Falopa” es una palabra engañosa. Usada como sustantivo es droga. Usada como adjetivo significa berreta, de mala calidad o falso. Los etimólogos no se ponen de acuerdo en el origen de este vocablo lunfardo, es decir, de origen cuasi delincuencial. Ambos conceptos, droga y falso, encajan en el sentido del término latino “fallupia”, que es “basura”. En italiano medieval, “falloppa”, con elle y doble pe, se llamaba al capullo de seda malogrado, arruinado. Vender de esa “falloppa” era cosa de tramposos. Mientras que “andar en la falopa” era, en sus orígenes marginales y prostibularios porteños, más sinónimo de mala vida que de droga, si bien podía incluirla tranquilamente. Otro día les hablo de Gabriello Falopio, el anatomista italiano del 1500 que le puso el nombre a las trompas que unen los ovarios con el útero. Sólo voy a consignar como simple coincidencia de sentido que, en aquellos tiempos, para estudiar anatomía en serio, había que robar cadáveres o comprárselos a los profanadores. O sea, de algún modo andar en la falopa.

Tal vez nada como esta pandemia nos haya mostrado tan al desnudo la compleja y explosiva realidad del Gran Buenos Aires, donde corre la falopa como agua y hace agua esta democracia falopa.

 

por Edi Zunino

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