El proyecto de reforma judicial impulsado por el Gobierno, no solo no contó con juristas de la oposición, sino que no se tomó ni siquiera el trabajo que venían haciendo Gustavo Béliz y Vilma Ibarra.
Si ambos funcionarios representaban el espíritu de transformación ética y amplitud política que planteaba el Presidente, el hecho de haberlos apartado solo podría indicar dos cosas, que las ideas que le presentaron no eran apropiadas o que aún si lo fueron Alberto Fernández debió supeditarlas a las de los juristas de Cristina Kirchner.
Escuchá la columna de Gustavo González, desde la redacción de Radio Perfil.
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