La judicialización de la política argentina tiene su propia ley de oferta y demanda. La oferta es muy tentadora, imágenes de bolsos repletos de dólares, funcionarios corruptos, enriquecimientos meteóricos, audios reveladores, insultos, espionajes.
No solo en busca de justicia, es un espectáculo mediático que la sociedad consume y premia a quien se lo provee. El premio para los medios de comunicación es el rating que después compran los anunciantes. El premio para los políticos es el reconocimiento que después se transformará en votos y cargos públicos. El premio para los jueces y fiscales es congraciarse con la sociedad, los medios y el poder político de turno, apostando futuros ascensos.
El problema de fondo es que el espectáculo sea un fin en sí mismo.
Escuchá la columna completa de Gustavo González, desde la redacción de Radio Perfil.
por Gustavo González
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