Thursday 18 de April de 2024
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Historia de la peste y las discusiones bizantinas

POLITICA | Por Edi Zunino | 08 de June 11:43

La primera peste de la que tenemos memoria escrita se desató hace casi 1.500 años, en el 541 de nuestra era, en Constantinopla, capital del Imperio Bizantino, al que sus habitantes preferían llamar Romanía o Imperio Romano Oriental.

Constantinopla tenía unos 800.000 habitantes. La bacteria parecía incontrolable y en corto tiempo murió un 40% de la población. Hasta el emperador Justiniano estuvo a punto de perder la vida. Los muertos en toda la extensión imperial habrían sido unos 4 millones, un cuarto de la población total.

Bajo el reinado de Justiniano, en el cual su esposa, Teodora, que había sido prostituta pero el pueblo la amaba y era respetada por la corte, Romanía pareció reconstruir la grandeza del viejo imperio. La velocidad de la peste significó una catástrofe, incluso desde lo económico.

Hubo un rebrote en Roma en el año 590. El papa Gregorio Magno convocó a una gran procesión para pedirle perdón y ayuda a Dios por los supuestos “pecados” que habían originado la Peste de Justiniano en oriente. La epidemia estaba politizada. El amontonamiento de personas en la procesión multiplicó los contagios hasta el descontrol. Hay historiadores que ubican aquella enfermedad como bisagra entre la antigüedad y el inicio de la Edad media. Se volvería a repetir dos veces, siglos más tarde, ya bautizada “peste negra”.

Pero de Constantinopla no nos viene sólo la historia de la peste. También una circunstancia que se nos repite y vuelve y vuelve tantas veces: las “discusiones bizantinas”. Llamamos así a esos debates entre supuestos especialistas que nadie entiende bien, que se estiran demasiado y que no resuelven nada. Parece que los sacerdotes de Constantinopla, donde se consagró la división de la Iglesia Católica Ortodoxa y la Iglesia Católica Apostólica Romana, discutían sin parar sobre la verdadera esencia divina de Jesús. Incluso discutían “el sexo de los ángeles”. Por eso, a la “discusión bizantina” más característica se la identifica con “discutir el sexo de los ángeles”, cosa que puede dividir a muchos, pero no le importa concretamente a nadie.

Gregorio Magno había tenido lejanas noticias de aquella peste venida de ahí nomás, cruzando el Mediterráneo. Pero no eran noticias online ni contaba con experiencia científica para enfrentarla. La política y la creencia mística, por sí mismas, sólo complicaron las cosas. ¿Les suena?

por Edi Zunino

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